lunes, 6 de abril de 2015

Polo Nia (Mar-Abr 2015)



Czesc!
La semana santa ha llegado a nuestras vidas de la mano de Ryanair como ya viene siendo habitual en estos días de hedonismo y low cost. No se si las demás compañías aéreas son bastante malas también pero lo cierto es que en estos momentos Ryanair viene sumando puntos en nuestro top 10 de bajo coste, que ahora ya te asigna asientos así que no hay que subir al avión corriendo para pelearse por el lugar. Igual tiene algunos detalles por mejorar como eso de dejarnos congelandonos bajo el agua nieve de Varsovia por unos 20 minutos antes de subir al avión de regreso....
Pero comencemos por el principio, que desde la ahora tenebrosa T2 de Barcelona nos subimos al vuelo que nos llevó al aeropuerto low cost de Varsovia, Modlin.

Mucha idea no teníamos de este país al que solamente llegamos de la mano del low cost, y realmente nos sorprendió muchísimo todo lo que vimos, que en llegando a Varsovia por la noche uno se encuentra de entrada con esas luces de neón tipo Las Vegas que te hacen creer que para estar aquí, en el universo de las Zara, Sephora, Hard Rock Cafe y equivalentes, te hubieras quedado en tu casa.
Pero es que Varsovia fue totalmente destruida por los alemanes luego del heroico levantamiento de la población civil en 1944 que después de mantener liberada la ciudad por unos casi 30 días, finalmente sucumbió ante la maquinaria bélica alemana y así les fue, que no quedó piedra sobre piedra. Después vinieron los soviéticos (que en rigor de verdad estaban esperando del otro lado del río a que los alemanes hicieran el trabajo pesado) a "liberar" la ciudad, y luego el país, y reconstruyeron la ciudad más o menos como estaba antes para luego firmar el Pacto de Varsovia allí unos años después 

Y luego se fueron los soviéticos, y vino la Unión Europea... y el cuento de siempre. Que al final uno se imagina que aquí uno se podrá encontrar restos de sus años de esplendor comunista, pero poco y nada. Lo cual habla muy bien de la efectividad de las oraciones que en los 70 Carlos y su madre -junto con otr@s- elevaban hacia el más allá para que se acabe el comunismo en este lugar y lleguen las luces de neón, las Zaras y las Sephoras. Y cuánta generosidad en esto de pedir para otros lo que unos no tienen, que todavía no han llegado ni la Zara ni la Sephora al pueblo de la madre de Carlos, pero con oraciones todo llega, así que es solo cuestión de tiempo.

La mañana siguiente nos encontró disfrutando de un día soleado, así que aprovechamos para cruzar el Vístula que casi-casi pasa por el centro de la ciudad, pasear un poco por los parques del otro lado, y volver a meternos de lleno en el centro histórico de la ciudad, el centro histórico reconstruido, claro está.
Visitamos la catedral de la ciudad, el palacio real, nos metimos por una zona de torres y murallas, y pasamos por delante de la casa natal de la Mari Curi, ahora convertida en museo. No nos animamos a entrar por miedo a la radioactividad, pero seguro que eran temores infundados.

De regreso de la caminata pasamos por el monumento al levantamiento de la ciudad, una cosa un poco tenebrosa pero que es motivo de orgullo para este país que tiene una historia bastante fulera, y buena parte de ella es historia reciente. Pero conserva con orgullo ese rótulo que les puso Winston Churchill al acabar la segunda guerra, que de todos los territorios ocupados por el eje, Polonia es el único país que no colaboró con los invasores, ni facilitó tropas ni logística. Y eso para la crueldad que se vivía en esos días es bastante.

Luego de almorzar nos dirigimos a la estación de tren, porque nos tocaba visitar la otra ciudad importante de este país (ya volveríamos a por más Varsovia al final del viaje, a la hora de tomar el vuelo de regreso): Cracovia. Nos sorprendió cuan moderno es este país: en casi cualquier lugar se puede pagar con tarjeta de débito/crédito. Los trenes son cómodos, confortables, rápidos, tienen wifi, y van siempre en hora.
Además, casi-casi que no necesitamos aprender muchas palabras en polaco ya que la mayoría de la gente habla razonablemente bien inglés (esto en las ciudades, claro), o hace un esfuerzo por entenderlo, o conoce a alguien que lo entiende y usa de intérprete. Volviendo al moderno intercity, luego de un par de horas y un poquito más de cómodo wifi, arribamos a Cracovia city, que nos recibió con un poco de agua y frío así que tuvimos que abrigarnos un poco antes de salir a cenar.

Y por suerte estuvimos en este país en días de frío, porque la cómida típica de aquí es bastante pesadita: tienen una sopa de centeno que se llama zurek que fue como el highlight de lo que vimos y bebimos aquí. En su versión fancy viene adentro de una bola de pan previamente ahuecado, y tiene ingredientes como para tapar un par de arterias en cada sorbo. Recomendable para el frío. También hay una sopa de tripa (mondongo) bastante picante que cae muy bien al estómago e inversamente al colesterol.

Para desilusión de Don y alivio de todos los corderos de la zona, la carne típica aquí parece ser el cerdo, que viene cocido en varias versiones. El cerdo de aquí es bastante grasoso, y a veces incluso cuando no tiene mucha carne blanca, le agregan unos pedazos de bacon como para rematar el sabor. Muy sabroso, pero definitivamente no es algo para comer todos los días. Tienen también una especie de pasta como ravioli, que la rellenan de varias cosas: carne, queso, chucrut,... Y luego hay mucha verdura fermentada y mucho pickle: chucrut, col, remolacha, pepinos en vinagre.... Para Carlos definitivamente esto es un highlight. Don no opina lo mismo. En temas de dulces, hay unos crepes que vienen con abundante nata y frutas en almibar que son como un cañón de azucar y carbohidratos por cada cucharada, y también hay pasteles varios típicos de cada zona. En definitiva, hambre no pasamos...

En nuestro segundo día en Cracovia nos dirigimos hacia el centro histórico de la ciudad y tomamos el free tour, donde nos mostraron los lugares más emblemáticos del lugar, nos contaron de la rivalidad con Varsovia y del hecho de que Cracovia tuvo más suerte en la segunda guerra mundial ya que fue ocupada y desocupada rápidamente, así que no hubo mucha destrucción de los edificios. Así que todo lo que hay por aquí es más genuino y original. Cracovia parece ser una ciudad más rica que Varsovia, tiene una universidad muy prestigiosa y también fue la diocésis de origen del ya difunto y canonizado Karol Wojtyla, cuya foto aparece en cada esquina y cada marquesina.

Acabado el free tour fuimos a reponer energías con zurek y cerdo en alguna de sus versiones, y la tarde la pasamos en el Rynek Underground, un museo arqueológico muy bien montado que está excavado en el subsuelo del centro mismo de la ciudad. Esa noche cenamos más comida típica, y casi casi al borde del colapso cardíaco nos arrastramos hasta nuestros aposentos a descansar.

Al día siguiente nos unimos a un tour para visitar el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, que se encuentra a hora y media de Cracovia. Es un poco triste pensar que una de las "atracciones" de una visita a este país es visitar este museo-memorial, pero también es cierto que estos lugares están puestos para que no olvidemos lo que pasó allí, para que  honremos la memoria de los más de un millón y medio de personas -en su mayoría judíos- que fueron asesinados y desaparecidos allí, y para ser testimonio del tremendo daño que los seres humanos podemos hacernos entre nosotros. Porque la lección aquí no es ver lo que éstos
hicieron a otros, sino lo que nosotros nos hicimos a nosotros mismos. Y mientras no aprendamos esta lección, estas barbaridades se siguen repitiendo en distintos lugares del planeta ahora mismo.
La visita al campo de concentración lleva su tiempo porque el predio es grande, y los horrores que se cometieron allí son tremendos. Una guia va explicando como "funcionaba" el campo. y cómo estaban distribuidas las tareas en el lugar, y cómo fue el genocidio. Una cosa realmente espantosa...

De regreso a nuestro alojamiento en Cracovia, esa misma noche comenzamos a planear nuestros pasos siguientes, que en principio queríamos acercarnos a los Cárpatos para ver un poco de vida rural y naturaleza en este país, pero como el pronóstico del tiempo indicaba lluvia en todo el país por el resto de la semana, decidimos visitar una ciudad más hacia el oeste del país, sacamos billete en tren y hacia allí partimos al día siguiente.

Pero antes de subirnos al tren tuvimos la oportunidad de nuestras vidas que fue de tomar el tour de la Cracovia comunista, donde te vienen a buscar en un coche de esos setenteros y te pasean por el gran experimento soviético de la guerra fría que fue lo siguiente (a tomar nota los iluminados que después podeis hacer lo mismo en vuestra ciudad o comarca): qué hacer para emparejar un poco socialmente una ciudad burguesa e intelectual como Cracovia? Pues te inventas un arrabal de 300.000 obreros al lado de esa ciudad, les pones un par de fabricas y ya tienes todo más parejo! El experimento se llama Nowa Hutta, y realmente es muy interesante de ver ya que las construcciones son bastante buenas, y el lugar estaba bien diseñado con espacios verdes, hospitales, escuelas, etc, etc.
Lastima que las fabricas que estaban ahí mismo eran super-contaminantes, y hay fotos que muestran la vida en los 60 allí bajo un smog constante. Ahora queda el barrio así como está, entramos a ver una casa diseñada como en los 70, vimos cartillas de racionamiento, etc, etc. Muy interesante todo, pero tuvimos que salir corriendo de Nowa Huta, que se nos iba el tren para nuestro destino siguiente.


Wroclaw (que en polaco se pronuncia casi como "rough love" en inglés) es una ciudad también muy bonita y pintoresca, bastante cerca ya de Alemania. Conserva muy bien su casco histórico, y tiene varios museos y lugares interesantes para ver. También tiene una universidad bastante importante, y  consecuentemente mucha juventud por las calles.
En nuestra primer mañana allí nos tomamos el tram hasta llegar al centro (y atenti al dato de modernidad, que en el tram se puede pagar el billete sencillo con tarjeta de crédito.... ¿adónde más habeis visto algo así?), y en arribados al lugar una lluvia torrencial nos obligó a buscar refugio en uno de los mercados de la ciudad, donde acabamos desayunando en un bar mleczny, que son comedores de esos que sobreviven de la época comunista, lugares subsidiados por el estado donde se puede comer por muy poco dinero. La comida es bastante grasosa en general, poca carne, mucha pasta y sopa. Y te atienden unas mujeres (no es que uno sea políticamente incorrecto, pero la Lonely Planet ya te lo explica y uno confirma luego que todo el personal que trabaja aquí era del mismo sexo) a cara de perro poniendote la comida de a cucharones en el plato como en el comedor de la escuela de los Simpsons.
Y ni se te ocurra pedirles agua para mate o favor equivalente porque ya te imaginas la respuesta y la cara de ella cuando te responde.

Acabado el desayuno y el aguacero, nos pusimos a pasear un poco por la ciudad, tiene un centro histórico muy bonito y bien conservado, y una peculiaridad de esta ciudad es que tiene varios enanitos de bronce desperdigados por ahí, que se supone que uno tiene que encontrar a medida que va caminando. Cómo que se largó a llover otra vez, nos metimos en el museo de historia de la
ciudad que no tenía desperdicio, y luego de almorzar otra vez más de lo mismo (zurek y cerdo), nos pasamos la tarde paseando por allí cuando no nos caía agua encima.

Al día siguiente, como que el pronóstico del tiempo seguía insistiendo en que la lluvia iba a estar con nosotros todo el tiempo, decidimos pillar coche de alquiler y cual Thelma y Louise bálticas, huir hacia el sur, hacia los Sudetes, en la frontera con la república Checa. Antes de partir tuvimos tiempo de visitar el Panorama de Raclawice, que es una pintura circular inmensa donde se puede apreciar la batalla de Raclawice que se libró en el siglo XVIII, símbolo de orgullo del pueblo polaco.

El coche de alquiler nos llevó al pueblo de Jelenia Góra, ya casi sobre la frontera sur del país. Allí la lluvia se transformó en nieve, y los idiomas disponibles en la calle: polaco o alemán. Aún así pudimos conocer el pueblo, visitar el museo local, y pasar una tarde fabulosa en un spa de aguas termales con piscina al exterior, adonde uno podia relajarse con agua calentita mientras te caía nieve sobre la cabeza.

A la mañana siguiente nos acercamos hasta el parque natural local para encontrarnos que estaba todo muy nevado y no habían muchos senderos por recorrer, visitamos alguna cascada, y ya nos metimos en el coche de alquiler para retornar a Wroclaw para devolverlo, y de allí pillar tren de regreso a Varsovia, que se nos estaban acabando los días.

En Varsovia aprovechamos para visitar los museos importantes que hay que ver: el del alzamiento de la ciudad en 1944 que es verdaderamente impresionante, con imágenes en 3D de la ciudad totalmente devastada luego de la derrota de los locales. Realmente es sorprendente que haya todo lo que hay allí ahora cuando hace 70 años solo estaba la tierra pelada y humeante. De allí saltamos al Museo de la historia de los judíos polacos, que es interesantísimo, estuvimos más de 3 horas allí aprendiendo sobre ritos, costumbres y anécdotas de este grupo.
Y también de sus momentos negros, los lejanos y
los no tan lejanos. Este museo se encuentra en el corazón de lo que era el guetto de Varsovia (que también fue destruido totalmente luego de un histórico alzamiento de los judíos en 1943), así que paseando por allí vimos algunos monumentos icónicos, acabando en el lugar donde se encontraba la Umschlagplatz, adonde se detenía el tren que se encargó de llevar a los más de 200.000 judíos residentes en Varsovia a su destino final en el terrible campo de concentración de http://es.wikipedia.org/wiki/Campo_de_exterminio_de_Treblinka

La mañana de Pascuas, nuestro último día en Polonia, nos encontró preparando el bolso, haciendo checkout del hotel, y enfilando para el Parque Lazienki. Como que era el domingo pascual, casi nada estaba abierto así que lo tuvimos difícil para conseguir alimentarnos, pero por suerte lo conseguimos.
El parque era bastante grande e interesante, y en el camino nos encontramos con varios grupos tipo sindicato teniendo su "almuerzo pascual" en carpas o restaurantes. Costumbres de aquí, se ve... En llegados al parque, conseguimos acercarnos a una estatua de Chopin (que es aborigen de Varsovia, así como la Mari Curi) para tomar mate junto a ella, y luego escaparnos que la llovizna que caía comenzó a cuajar en nieve, acabar en un restaurante bebiendo nuestro último zurek (Don) y sopa de tripa/mondongo (Carlos), para luego volver a por nuestras cosas y enfilar hacia el aeropuerto para que Ryanair nos maltrate un rato, intente vendernos la tarjeta del Rasca y Gana arriba del avion, y nos deje sanos y salvos en la primavera de Barcelona City. Llegamos justo a tiempo para saludar a nuestros familiares por teléfono por las pascuas y encontrar la casa en orden, como es costumbre en estas épocas. Disfrutad de las fotos que siguen, y será hasta el proshen arret.. Do widzenia!!