lunes, 4 de octubre de 2010

Trans Iberia (Sep-Oct 2010)

No acababa Don de aterrizar por las Uropas que ya lo esperaba Carlos con el coche listo, que había que recorrer de una punta a otra la península ibérica vaya uno a saber por qué.
Lo de Don es paciencia infinita, que sin chistar ni protestar, se subió al transiberiano y ambos comenzaron con el tour.
La novedad de esta temporada es que el nuevo teléfono móvil android de Don viene con GPS incorporado, y ni bien le tecleas tu destino, una voz femenina comienza a darte instrucciones. En inglés, claro. "in zerti miters, tern intu ei-pi-seven in de dairecshon of yairouna",
y lo único que se veía hacia adelante era un cartel que decía "AP-7 Girona". Carlos temió por un momento ser desplazado del asiento de acompañante del conductor para darle paso a la GPS de Don, pero hay que decir que de momento el teléfono de Google no sirve mate ni te da conversación geeky durante el trayecto, pero ya va a llegar alguna generación que sí que lo haga y ahí habrá que resignarse al asiento trasero. Tampoco vamos a explayarnos aquí sobre cuando la GiPieSa nos hizo bajar de la autopista para atravesar todo un pueblo y volver a meternos en la misma autopista del otro lado del mismo, o de cuando se largó la tormenta y perdimos la señal satelital, y tuvimos que volver a las maneras primitivas de invocar al todopoderoso para encontrar el camino correcto.
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Pues eso, que estuvimos atravesando la península ibérica de este a oeste. Comenzamos atravesando el meridiano de Grenwich, que marca el final de Cataluña y el inicio de (el resto de?) España.
Nuestra primera parada fue en Burgos, adonde nos tocó la jornada de huelga nacional que Carlos todavía no termina de decidir si se adhirió o no, pero que en Burgos parecía como todo medio muerto, aunque los lugares para visitar estaban abiertos, así que hacia allí fuimos.
Como que la ciudad ésta se encuentra en el corazón del camino de Santiago, hay que ir de visita a las iglesias, que todas son muy impresionantes. En la de Burgos está además enterrado el Cid Campeador, que cuando uno finalmente se tropieza con su tumba comienzan a brotarle casi automáticamente esos
versos con los que nos martillaban la cabeza en las primeras clases de literatura española de cuarto:
De los sus ojos tan fuertemente llorando,
Tornaba la cabeza y estábalos catando.
Vio puertas abiertas y postigos sin candados,
Alcándaras vacías, sin pieles y sin mantos,
Y sin halcones y sin azores mudados.
Suspiró mío Cid pues tenía muy grandes cuidados.

(¡Qué impresionante la capacidad de almacenamiento de inutilidades que tiene el cerebro del ser humano promedio!)

Después de un lindo rally por el centro de la ciudad intentando conseguir un restaurante abierto en día de huelga, terminamos visitando la Cartuja de Miraflores para echar una siesta en el parque aledaño, y después el castillo de Burgos, desde donde se tenía una vista fabulosa de la ciudad y la zona alrededor, y además nos llevaron a conocer un pozo subterráneo de agua que estaba a nosecuanto de profundidad, que hacía que ese castillo en la época en la que la gente era mala y se atacaban unos a otros fuera casi inexpugnable.
Respecto del tema gastronómico, se ha de mencionar aquí que si en California las ardillas, zarigüeyas, mofetas y mapaches han de temer las visitas frecuentes de Don a la zona, en Iberia los animales en riesgo son corderos, cabritos y conejos, que este chico ya no te entra a un restaurante si no hay nada de eso en la lista de platos. En Burgos le dimos al cordero como se ha de comer, también a la famosa morcilla que no estaba mal, pero preferimos la que se hace en el hemisferio sur. Finalizada la huelga le pusimos gasolina al coche, y enfilamos hacia nuestra segunda parada, que fue León.
Y obviamente no esperábamos ver aquí al rey de la selva ni a ninguna bestia parecida, aunque en el escudo de la ciudad sí que aparece. Nos volvimos a encontrar con mucho peregrino francés y mucha señalización del camino de Santiago. Un tema que nos tiene divididos, ya que para Carlos perder 30 días de tu vida para resolver tu crisis de los cuarenta caminando entre pueblos varios cuando bien que lo puedes hacer en autobus o en coche, o incluso verlo por internet, como que no. Don -que ya pasó los cuarenta- opina distinto. Nunca digas nunca dice el dicho, y quizás en algún momento encontraréis aquí escritas las aventuras de estos dos por el susodicho camino. Contadas en verso como en el Mio Cid (!)
Tanto León como Burgos tienen un pequeño río que atraviesa la ciudad por el centro, y eso se agradece que cuando uno está agobiado de tanto museo y tanta iglesia, encontrar un lugar con árboles y agua ahí al lado nomás, pues no viene nada mal.
Pero igual tuvimos que ir de museos y de iglesias. Y entre el Hostal de San Marcos que ahora tiene un museo y un parador en su interior, más la Basílica de San Isidoro que tiene unos frescos románicos impecables, nos pasamos una buena tarde de excursión cultural por aquí.
Obviamente que hay una Catedral en León, que se jacta de tener unas vitrinas que serían la angustia de toda ama de casa para limpiar todo eso, pero que lucen muy bien.
Pero por lejos lo mejor que encontramos en esta catedral fue una señal evidente de la modernización de la iglesia católica del siglo XXI. Que ya tienen máquinas electrónicas para que dejes tu limosna con tarjeta de crédito y de débito (cirrus, maestro y visa electron) .
A Carlos se le ocurrió que no era una mala idea de dejar un poco de dinero a la Santa Madre, que ahora con todos los juicios que le están cayendo seguro que necesita un poco de ayuda más bien material que espiritual. Pero como que Don no opina lo mismo, así que al final no podemos confirmar que la máquina funcione o no y -mas importante aún- si necesitas usar el PIN o cualquier Robin Hood católico que va por ahí colectando tarjetas después las utiliza para hacer donaciones millonarias. Si vais a la catedral, para que no os perdais entre tanto vidrio y tanto santo que hay en cada esquina, la maquinita está ni bien uno pasa la puerta principal, a la izquierda.
En León también le dimos al cordero, el vino (un poco fuerte el vino local) y demás placeres de la vida del peregrino. Al día siguiente continuamos en dirección este, cruzamos la frontera y nos metimos en Portugal. Destino: Braga.
Y uno no puede evitar relacionar el nombre de esta ciudad con el célebre dicho "hagas lo que hagas..." popularizado por Almodóvar en una película hace tiempo ya. Pero, vamos! Que nosotros no veníamos a por esto sino por otras cosas que no vienen al caso aquí

La cuestión es que estuvimos en Braga, que no está muy lejos de Oporto y eso se nota porque hay mucho azulejo por aquí también como en esa otra ciudad.
Una vez atravesado el borde, Don se aprendió rápido las palabras clave: cabrito - cordeiro -coelho y siguió con su festín de mamíferos al asador. A Carlos -como es de público conocimiento- le va más el rollo polvo y otras bestias marinas, que estando cerca del Atlántico es lo que corresponde.
Si bien ya no estábamos en el camino de Santiago propiamente dicho, parece que Braga en algún momento fue la sede del arzobispado de toda la península ibérica o casi, y había mucho templo y mucha iglesia por visitar. También mucho azulejo por ver por las calles y demás, y por ahí cerca unas ruinas celtas que para Don visitar ruinas celtas y museos de antropología son un must, así que hacia allí fuimos.
Para el regreso teníamos previsto un par de visitas más, pero nos pilló una tormenta durante todo el trayecto que no nos dejó mucho espacio ni para bajarnos del coche a hacer pis. Así que tendremos que volver, quizás con alforjas y palos, aunque el próximo jacobeo va a ser recién en el 2021. ¡Ahí si que vamos a necesitar los palos para arrastrarnos por el camino! Disfrutad de las fotos que quedan, y será hasta el proshen arret.