miércoles, 24 de julio de 2013

El Gran Cañón del Verde (Jul 2013)

River Love!
Una de las cosas positivas que tiene el daltonismo es que te da igual navegar por el río Verde que por el Colorado, y como ir de rafting por el primero es muchísimo más barato que hacerlo por el famoso gran cañón, pues no hay mucho que pensar antes de tomar la decisión. Suponemos que hacerlo en el verano debe de ser incluso más barato, ya que con los calores que hay por ahí por donde se hace el rafting, nadie en su sano juicio se animaría a meterse por ahí. Por suerte el Área de la Bahía de San Francisco te provee de toda clase de frikis que están dispuestos a la aventura, así que no fue difícil reunir a un grupo de 12 personas dispuestos a todo esto y mucho más.

Esta expedición sobre el río Verde venía con un cierto agregado emocional, que David "Chicken" Nesmith desde 1971 cada verano baja a hacer rafting por este río con un contingente de amigos y aficionados, en lo que constituye toda una tradición "Chicken's Green River trip". Aquí Richard y varios se iniciaron en el rafting, Don tuvo sus mejores experiencias de vida en la naturaleza... Pero el año pasado fue la primera vez que Chicken faltó a la cita, y no fue porque no la estaba planeando, sino que tuvo un accidente cerebrovascular durante la primavera, y eso frustró sus planes. La recuperación es lenta, y seguramente no será total. Pero Chicken quería volver al Green River y decidimos traerlo una vez más.

Para llegar hasta Utah tuvimos que salir en gran peregrinación desde San Francisco y conducir hacia el este durante 2 días. Chicken y un pequeño contingente que lo acompañaba volaron hasta Moab,  la ciudad más próxima al punto de partida del rafting.  El viaje oeste-este es de por sí interesantísimo, porque una vez atravesada California, uno se adentra en el estado de Nevada donde siempre hay que hacer una parada de 10 minutos en Reno para saludar a Julie, la hermana de Don, y luego seguir camino dejando por detrás casinos y ciudades que brillan con luces de neón para comenzar a atravesar desiertos extensos, con unas planicies que parecen salidas de otro planeta, y donde uno puede estar conduciendo por kilómetros y kilómetros sin ver otra cosa por delante que unas montañas en el horizonte, y mucho pasto seco alrededor.

De Nevada pasamos a Utah, donde cambia la franja horaria y la geografía ya se parece más bien a Marte. Unos cambios de colores que incluso los daltónicos son capaces de aprecier, y unos escenarios naturales como los de la película Priscilla la reina del desierto que seguro que aquí no podría ocurrir nunca porque este estado es uno de los más conservadores de la Unión, y no drag queens are welcome here. Neither dead nor alive.

Luego de conducir casi sin parar excepto para dormir durante 2 días, llegamos finalmente a Moab donde pasamos nuestra última noche en una cama adentro de un hotel con aire acondicionado. El vuelo de Chicken se había retrasado y por un rato temimos que perdiera su conexión y tuviéramos que acortar el viaje, pero por suerte la aventura aérea acabó relativamente bien y ya por la noche pudimos comenzar a concentrarnos en el rafting que iba a comenzar al día siguiente.

La mañana del 16 de julio, mientras en algún rincón lejano del planeta se agitaban pañuelos para vivar a la Virgen de Itatí, se produjo finalmente el encuentro de Chicken con su Green River. El calor era sofocante, como casi durante todo el tiempo que tuvimos sol en esta excursión, y al principio Chicken estuvo un buen rato sentado al lado del agua conversando con el guardaparques mientras nosotros preparábamos los gomones de rafting.


En algún momento, Chicken anunció que estaba listo para entrar al agua. El accidente cerebrovascular le dejó una parte razonable del cuerpo inmovilizada, así que hubo que acompañarlo hasta allí. Ya en el agua, Chicken nos anunció que había vuelto a su hogar, y que estaba muy feliz. Enjugamos todos nuestras lágrimas, nos metimos en los botes y arrancó la expedición.

Durante 6 días estuvimos técnicamente "flotando" río abajo por las aguas del Green River. Casi una semana sin acceso a ningún tipo de señal del mundo exterior porque no hay conexión de nada por aquí abajo, sin necesidad de usar el reloj porque nadie te apura para nada, y de última lo único que interesa en estos viajes es cuando sale y cuando se pone el sol. Las aguas del río  estaban a un temperatura muy agradable, y cada tanto había que sumergirse en ellas porque con la calor que había alrededor, no hacerlo era casi una condena al suicidio por sofocación.

El lugar geográfico por donde nos estábamos moviendo se llama Canyonlands National Park, y fuera del río en el verano hay muy poca vegetación y fauna. Y una calor que varios de los que estábamos allí nunca experimentamos en nuestras vidas. Por suerte era calor seco, que es como el que hay por Mendoza en el verano argentino, o Madrid en agosto. Ahora podeis imaginaros lo divertido que puede llegar a ser andar en bote por el Manzanares a las 3 de la tarde de un día de caluroso verano... una locura, pero aquí la gente iba preparada con sombrillas, trapos, agua, protección solar de la más pesada....

Al caer la tardecita intentábamos buscar algún lugar donde se pudiera acampar, casi siempre un banco de arena al lado del río. Allí aparcábamos nuestra flota (4 gomones y 3 kayaks inflables) y montábamos campamento. El chef encargado de la cena realmente era de lujo, que tuvimos unos festines con gastronomía de lo más variopinta (árabe, india, italiana,...) cada una de ellas debidamente acompañada con unos vinos elegidos para tal fin. Es lo bueno del rafting, que puedes llevar todo el lujo y el confort contigo total cuanto más pesado sea tu bote (siempre y cuando no se hunda), más rápido lo arrastra la corriente así que no hay que ponerse mezquinos a la hora de preparar estos viajes.

Y como estábamos en un parque nacional, no está permitido andar inmundando el suelo con todos tus deshechos, así que toda la basura que se producía había que embolsarla y llevarla contigo, y también los deshechos humanos,
que teníamos nuestro propio inodoro portátil que teníamos que montar y desmontar religiosamente cada día, y por suerte esta vez no nos tocó a nosotros (que compartíamos gomón con Richard) llevarla en nuestra nave, que no es algo muy placentero tener el tanque séptico a metros tuyo, poniéndose más pesado cada día.

A derecha e izquierda del río hay cañones, mesetas, murallas de piedra, rocas de todo tipo y color. Cada tanto parábamos un rato y hacíamos alguna incursión (corta, que aquí estar mucho tiempo lejos del agua y bajo un sol achicharrante puede evaporarte) hacia adentro del parque. Un mediodía después de la comida subimos hasta un lugar donde  había una cabaña que dicen que es donde se escondieron Butch Cassidy y Sundance Kid allá en las épocas donde hacían sus correrías.
También de tanto en tanto nos encontramos con construcciones casi milenarias de los nativos de la zona, que se llaman Anasazi. Más bien dicho se llamaban así, porque en algún momento desaparecieron y luego el territorio fue habitado por los indios navajos que todavía tienen tribus y reservaciones por ahí cerca.

Ya caída la noche y cenados, se nos aparecían la luna y las estrellas, y junto con ellas una agradable brisa fresca que te invitaba a relajarte y descansar. Algunos dormíamos en tiendas o carpas montadas a tal efecto, otros directamente a la vera del río.
Por la mañana nos despertábamos al alba, disfrutábamos de unos momentos de mate, café y silencio, y lentamente comenzábamos a movernos, que había que preparar el desayuno, que tampoco era para nada frugal: huevos revueltos, bacon, cereales, fruta.... y luego había que desmontar el campamento, meter todo en los gomones, ayudar a Chicken a subir a su balsa, y comenzar a flotar una vez más río abajo.

Y así pasaron los días y las noches. Durante todo el trayecto solo nos cruzamos con un par de grupos que iban en gomones motorizados. El resto del tiempo, estábamos solos nosotros con unos cuántos pájaros que revoloteaban a nuestro alrededor, algunas cabras salvajes que lamentablemente no pudimos incorporar a nuestra alimentación porque también están protegidas, mucha lagartija, mucha mosca y por suerte pocos mosquitos. Un par de veces durante la expedición nos cayó lluvia, que en medio de este infierno sofocante el agua del cielo es más que bienvenida, así que no nos podemos quejar.

Normalmente en las expediciones que organizaba Chicken, la aventura se acababa por debajo de la confluencia del Colorado con el Green River, donde hay unos rápidos de clases IV y V (peligrosos) que hay que sortear para salir a la civilización ya que hay una ruta que llega hasta ese lugar. Pero nosotros en la situación de Chicken no íbamos a aventurarnos a tanto, así que este año nos contentamos con llegar hasta la desembocadura del río Verde en el colorado, acampamos allí, pasamos nuestra última noche en la soledad de la naturaleza, y al día siguiente vinieron con unos equipos motorizados a sacarnos de allí.

Nuestra última noche fue -como era de esperarse- la más mágica de todas, ya que en preparando la cena de despedida, tuvimos también nuestra propia fiesta de disfraces donde además tocó pintarnos las uñas que tampoco es plan volver a la civilización todos zaparrastrosos.
A la mañana siguiente, disfrutamos de nuestro último momento en soledad, nos dimos entre todos las gracias, hicimos una reverencia al sol que por última vez salió dispuesto a sofocarnos con todo, desmontamos el campamento y nos quedamos esperando a que nos vengan a sacar de allí.

El ruido de los motores de los barcos que nos llevaron junto con nuestro equipaje de regreso a Moab remontando esta vez el río Colorado fue un poco molesto al principio, ya que nos habíamos acostumbrado a tanto silencio que entre ese ruido y el olor a gasolina, la civilización a la que estábamos regresando nos parecía un poco desagradable. En el viaje de regreso pasamos por delante de la roca donde se filmó la escena final de la película Thelma & Louise (tuvieron que tirar 3 coches por el barranco para rodar esa escena, se ve que esas no querían morirse...), y también por un territorio navajo donde todavía hay indígenas viviendo allí.

Cuando recuperamos la conexión a internet, algunos muy ansiosos de que alguna desgracia hubiera ocurrido, nos enteramos que ni siquiera nos habíamos perdido el parto de la Kate Middleton que ocurrió solo horas después de nuestro regreso a Moab. Se ve que el mundo puede girar tranquilamente sin nosotros durante 6 días o más. Igual, la posibilidad de una ducha de agua limpia y cama con aire acondicionado fue más que bienvenida.

Al día siguiente comenzamos a desandar nuestro camino, volvimos a meter todo nuestro equipaje en los vehículos que nos iban a traer de regreso al far west, nos despedimos de Chicken y de los que volvían en avión con él, y comenzamos nuestras 48 horas "on the road", haciendo esta vez una ruta escénica sobre unos paisajes tremendos del sur de Utah, atravesando unos parques naturales y reservas indígenas muy interesantes, y dando el fabuloso espectáculo de aparecernos por ahí todos en chancletas con las uñas pintadas. Por suerte sobrevivimos a nuestro paso por ahí (lo cual quiere decir que hay esperanzas para un viaje a lo Priscilla, quizás?) y ya estamos dándole a la gasolina por California, cerca de casa.

Et voilá, es el final de esta historia, disfrutad de las fotos que quedan, cuidaros del sol los que estais en verano que puede hacer mucho daño, y será hasta el proshen arret.