jueves, 25 de octubre de 2012

Florencia (Oct 2012)




Buonasera ragazzi!!

El otoño se resiste a darse por enterado, y como dice el viejo y conocido refrán "si no puedes con tu enemigo..." así que decidimos adelantar un viaje que teníamos planeado para la primavera próxima y enfilar para la Toscana.
 
Y es por eso que una tarde de octubre pillamos nuevamente aerolínea low cost que no publicitaremos aquí porque nos cobró 8 euros de más el check in en línea, pero que decentemente  nos llevó desde la T1 de BCN hasta el aeropuerto de Florencia, y también nos trajo de regreso sanos y salvos. 

Fue una escapada de fin de semana, aunque por motivos que no vienen al caso, no ocurrió durante un fin de semana.

La Toscana en esta época del año está también cálida de temperatura, casi que no necesitamos abrigarnos durante todo este extraño fin de semana allí. Florencia/Firenze es una ciudad estupenda, con miles de años de historia, varios puentes sobre el río Arno que la atraviesa, y mucho-mucho-mucho arte escapándose en cada esquina.

 
Nuestra primer tarde allí nos encontró caminando hacia el Ponte Vecchio, que hizo vibrar el poco ADN italiano que lleva Carlos consigo al hacerle recordar que la tía Italia (sí, se llamaba Italia, Carmen Italia) bebía un vino denominado Ponte Vecchio en cuya etiqueta aparecía una foto del mismo puente, mientras le enseñaba a Carlos cómo se pronunciaba la palabra "vecchio". 

Cruzamos varias veces este puente durante nuestro recorrido, rodeados de joyerías de todo tipo y nivel a derecha y a izquierda. Por suerte al menos hay un espacio en el medio para que uno pueda disfrutar la vista y sacarse fotos, aunque el puente es muy fotogénico incluso a la distancia.
 

Al día siguiente, luego de un tardío despertar por culpa de unas alergias que no nos dejaron dormir bien durante la noche, esquivamos el desayuno fuimos directamente a almorzar, que siempre se llevan bien esto de estar en Italia y comer. Que la ensalada caprese, que la pizza, que la pasta, que la bistecca a la florentina, que... toda la comida aquí parece increiblemente buena, definitivamente a estos italianos se les da bien la mano para la cocina. Para conducir coches y/o motos en la calle... todavia les falta esmerarse un poco más. Pero ya aprenderán, que Merkel te enseña buenos modales para sentarte a la mesa de la UE en pocas lecciones.  

Del ristorante salimos corriendo, que teníamos turno a las 13,45 en la Galleria degli Uffizi, donde descubrimos que están todas las pinturas que aparecen en los libros de bellas artes (excepto algunas como Lamon Alissa que esta' en otro museo como nos ha enseñado el libro de Dan Brown): que Leonardo da Vinci, que Boticcelli, que Caravaggio, que Fra Agnélico, que Goya, que... Por unas tres horas te entretienen estas galerías sorprendiéndote con una cantidad espectacular de pinturas y frescos y grabados en los techos que realmente te dejan sin aliento. 

Lo bueno de ir en el otoño y fuera del fin de semana es que ninguno de estos grandes museos está saturado, y si bien nosotros habíamos comprado entradas anticipadas por internet, la fila para entrar era corta (que según la Lonely Planet puede llegar a durar 5 horas en el verano!) y adentro del museo no estábamos todos como ganado apretujándonos para ver alguna obra, otro motivo para recomendar ir fuera de temporada (y de fin de semana) a esta ciudad. 

 Luego de nuestra sobredosis de arte, salimos a tomar un poco de aire por la ciudad, y nos dirigimos hacia la Piazza del Duomo donde paseamos por los alrededores de la catedral -que es toda de marmol- y vimos la verdadera Campanile (que en Berkeley hay una pero que no le llega ni a los talones a esta), volvimos a cruzar el Ponte Vecchio y ya caída la noche nos dimos un festín con comida italiana típica en algún restaurante recomendado fuera del centro. 

 Al otro día -nuestro último día de este inusual fin de semana en Florencia- nos despertamos más temprano, y luego de hacer el check out de nuestro extraño B&B que no era un "Bed & Breakfast" sino un "Bed &Bed", tuvimos que ir a conseguirnos el breakfast, y le dimos a unos crostatini (pastafrola) en un bar, junto con alguna bebida cafeinada, que aquí también el café se les da muy bien.  

Enfilamos nuevamente hacia la catedral, que tanta corteza exterior ameritaba una visita interna. Al llegar nos encontramos con un monton de gente sacandole fotos a una puerta que debia de ser de oro, aunque Don dice que eso era bronce. Nunca llegamos a dilucidarlo porque no nos acercamos mas de la cuenta, sino que entramos a la dichosa catedral, que estaba vacia por dentro, un poco desilusionante. 

La cupula sí que tenía buenos frescos, pero había que pagar como 8 euros para subir hasta allí. Y nosotros somos turistas pero no tontos, así que nos contentamos con sacarle fotos desde abajo, y después descendimos hacia el subsuelo, donde habían unas excavaciones de una antigua iglesia románica que había allí antes de que erigieran la catedral enorme en el mismo lugar. El precio para la visita del subsuelo era más sensato (3 euros), así que nos animamos a entrar y todo. 

Antes de salir del templo, nos encontramos con un reloj de pared de esos "de aguja" pero que las manecillas giran en sentido contrario al de las agujas de un reloj... ¡contradicción! :-)

Ya afuera de la catedral, nos dirigimos por recomendación de quienes ya pasaron por aquí hacia el "Museo degli Uffizi della pietra dura" (o algo así), donde pudimos apreciar por un buen rato como las cosas que hoy un ordenador y un aparatito de esos de láser harían en 5 minutos tardaban años y años en hacerse en la antigüedad. Cuando nos ganemos la lotería de navidad volveremos a por una mesa ratona que estaba de lo más buena y que seguro que a los Medici les hacía mucha gracia y todo. 

 De allí fuimos nuevamente a embucharnos con pizzas, pastas y zuppe... que otra vez tocaba por la siesta sesión artística, esta vez en "L'Academia", adonde se encuentra el David de Michelangelo, que a ese no se le pueden sacar fotos pero la ciudad está llena de otros Davides que sí se dejan fotografiar, así que para qué molestarse. 

Es verdad que impresiona ver el David-el-verdadero-y-único (como la religión), una figura humana casi perfecta y de grandes dimensiones. Realmente es -como afirman todos por aquí- una de LAS obras de arte que andan circulando por ahí en el mundo éste que nos toca vivir ahora, y que vale la pena venir a visitar.
 
También hay varias cosas más en L'Academia, menos que en la galeria degli Uffizi, pero no por ello menos importantes. Hay mucho cuadro religioso en la exposición permanente, y también obras de Francis Bacon, Andy Warhol y otros artistas contemporáneos.

Ya completamente duchados culturalmente, decidimos premiarnos con unos fabulosos gelatos, que gelaterías hay cada 5 metros en esta ciudad, pero las buenas-buenas se cuentan con una palma de la mano y hay que caminar un rato para encontrarlas. Por suerte el clima ayudaba, que gelatto con calorcito siempre cae bien.

Para evitar la sobredosis de azúcar, luego del momento-helado cruzamos nuevamente el Ponte Vecchio y nos dirigimos hacia el Parque Michelangelo, adonde nos esperaba otra estatua de David, y unas vistas fabulosas de la ciudad desde la cima de una colina. Allí nos sentamos a degustar unos cafés, y luego algunas bebidas espirituosas mientras veíamos caer el sol en nuestra última tarde en esta ciudad casi-eterna. 

Ya a las oscuras nos arrastramos hacia nuestra última cena donde volvimos a devorar pastas, carni y pesci, y todo regado con un vino chianti fabuloso y caro, nuestra última extravaganza en la bella Florencia.

De la trattoria nocturna nos arrastramos hasta el equivalente del aerobus florentino, y ya comenzamos el descenso hacia nuestra casa en Barcelona city, que el fin de semana se acaba y mañana hay que ir a trabajar. Disfrutad de las fotos que siguen, y será hasta el proshen arret.