domingo, 21 de abril de 2013

0 bodas y 1 funeral (Londres, Abr 2013)

Cup o' tea?
Su Majestad The Extra-Ordinary Elizabeth II de Windsor está acabando uno de sus varios jubileos justo cuando Carlos se prepara para el primero de los suyos. Será quizás por eso que de un tiempo a estos días se le ha pasado a él por la cabeza reencontrarse con todas las mujeres de carácter fuerte que han pasado por su vida, y esta vez tocaba ir al funeral de una de ellas. Que si la transmisión en directo de Sky hubiera comenzado antes de las 9 de la mañana del pasado miércoles, más bien sobre las 5 am GMT-1, las cámaras se habrían encontrado con Carlos y Don subiendo a un taxi en la puerta de su casa, en la dirección del aeropuerto de Barcelona, Terminal 2.

Y ya la taxista le hizo notar a Carlos que su bolso no cumplía con los máximos tan mínimos requeridos por Ryanair, pero como siempre acude Don al rescate, haciendo el trabajo duro de compactarlo hasta convertirlo en casi equipaje de bolsillo. Que el Supremo le conceda muchos años más de salud a este chico que es más útil que 3 navajas suizas juntas en tu equipaje de mano.
Y fue Don quien sugirió que el estado debería cobrar un impuesto sanitario a Ryanair, que la gente pasa tanto stress en las ventanillas, y gritos de que "te voy a poner un abogado ahora mismo, hija de perra", o comentarios tipo "que no ves que la maleta casi entra en la caja esa? Que quieres? Que me ponga toda la ropa que llevo allí ahora mismo?" y cosas por el estilo. Esta compañía aérea definitivamente está perdiendo puntos en nuestros 40 principales, y como protesta decidimos no comprar arriba del avión la promo de 2 tarjetas "Rasca y gane" por el precio de uno, o 7 por el precio de 5.

Dos horas más tarde ya habíamos aterrizado en el aeropuerto de Stansted, y via el Stansted Express, unos 45 minutos después ya estábamos en el corazón de London City, comprando la tarjeta Oyster Card. Que te conviene toda la vida sacarte la Oyster Card cuando estás por aquí, que casi todo el transporte público te sale más barato (igual es caro todo por aquí) con la Oyster Card, y la puedes devolver antes de irte de allí y ellos a cambio te devuelven el dinero que no has gastado y también el depósito.

Munidos de la oystercard montamos en el tube, y tardamos un rato en llegar a la casa de nuestros hosts, pero con tiempo suficiente como para dejar el bolso, relajarnos un poco y volver a salir ya prestos a ir a rendir tributo a la baronesa Margaret Hilda Thatcher Q.E.P.D., que su funeral comenzaba a las 11 de la mañana. Por el cambio horario y esas cosas, decidimos desayunar primero un típico revuelto ese de huevos, salchichas, bacon, habas y todas esas cosas que comen los ingleses por la mañana. Lo hicimos en un café del barrio, coincidiendo nuestra comida con el inicio del funeral transmitido en directo para todo el país. Por respeto a la difunta y temor por la propia vida, Carlos pidió a Don que no hiciera mención pública de ninguna de sus nacionalidades dentro de la taberna, que había gente que seguía la transmisión hasta con respeto y no queríamos acabar a las trompadas.


Promediando el funeral que venía desarrollándose con precisa puntualidad según el cronograma, ya habíamos acabado con el desayuno. Así que enfilamos hacia la catedral de St.Paul, que allí ocurrían las exequias. Llegamos con tiempo como para ponernos en una de las barandas laterales, y ahí la vimos salir adentro de una caja entrapada con la bandera del imperio a toda velocidad que ni nos dio tiempo de tomarle una foto. Detrás, también rapidísimo, vimos pasar a Elizabeth II -"in black and dignified as ever" segun relataron los periódicos esa misma tarde- acompañda de su marido y con destino incierto. Alguien gritó "Long Live the Queen", que pensamos que era un grito que se dice cuando se ven esas cosas, pero solo le siguieron varias carcajadas de la audiencia así que no sabemos qué debemos concluir de este acto.

Ya rendidos nuestros respetos a la difunta, nos fuimos a tomar mate del otro lado del Támesis a esperar que acaben de salir todos los deudos y se relaje un poco el impresionante operativo de seguridad que había en ese momento en la city. Antes de ello, nos echamos una siesta en uno de los parques que habían por ahí, que todo el mundo se queja de que en Londres el clima es horrible, pero fijate tu que cada vez que vamos nosotros hay sol por todos lados. Nosotros debemos ser como Chiquita Legrand para esta ciudad, le traemos suerte cada vez que pisamos las orillas del Támesis.

Acabada la siesta y el mate, cruzamos el puente del milenio y nos dirigimos nuevamente hacia Saint Paul que ya estaba cerrada. Todas las vallas alrededor habían desaparecido. Caminamos un poco por la city, recogimos información sobre eventos culturales varios en un puesto que había ahí al lado de la catedral, y acabamos la noche cenando en un restaurante del Borough Market, donde por una de esas extrañas casualidades de la vida el vino que acompañaba la cena era un malbec argentino, y el menu venía acompañado de unas frases alusivas a Domingo Faustino Sarmiento. ¿Habrá sido un último homenaje a la baronesa Thatcher, tal vez? Nunca lo sabremos porque no preguntamos. De alli retornamos a nuestros aposentos cansados de tanta emocion vivida en nuestro primer día en London City.

La mañana siguiente nos vio subiendonos al bicing de Londres, que a diferencia del de Barcelona es abierto para todo el mundo y por solo 2 libras al día puedes bicicletarte todo el centro de la ciudad. Nosotros incluso tuvimos un deal mucho mejor, que nuestros hosts nos prestaron sus tarjetas personales de bicing así que nos salió literalmente gratis la aventura. Y no es trivial andar en bicicleta o en cualquier otro vehículo en Londres, que como todo el tránsito va "por la izquierda" cuesta un poco acostumbrarse a esa regla, sobre todo en las curvas y rotondas.
Después de perdernos un rato acabamos en Covent Garden donde había un mercado de comidas preparadas artesanalmente. Carlos se tentó con un choripán argentino, y Don obviamente fue a por la carne de cordero "free range" local.

Desde allí fuimos caminando hasta Leicester Square, donde conseguimos entradas a mitad de precio para ver el musical de Billy Elliot esa tarde misma. Como se largó a llover un poco, decidimos pasar el rato en la National Portrait Gallery, que es realmente interesante si uno quiere saber quien es quien en la historia del casi doble-milenario Reino. Allí descubrimos que a menos de 48 horas de su funeral ya le habían puesto año de fallecimiento al cuadro de la baronesa Thatcher, que las damas Judi Dench y Maggie Smith nacieron el mismo año, que David Beckham ronca cuando duerme (!?) y también descubrimos un cuadro imponente de la flamante Kate Middleton, todavía sin fecha de deceso así que tendremos que volver por aquí para más actualizaciones sobre el tema.

Un par de horas después, saturados de tanto retrato y fotografía, decidimos hacer un tentempie de dim sum en el barrio chino, que Londres es un buen lugar para venir a probar comida de sus ex-colonias aunque todo aquí es mucho mas caro que en cualquier otro lugar del planeta (excepto quizás Moscú y el norte de Europa), pero aún así la comida china es relativamente barata comparada a las otras. Acabada la pausa gastronómica, caminamos un poco hacia la zona de parques, pasamos por Buckingham Palace justo sobre la hora del te. La bandera indicaba que la reina estaba "in palace" pero nadie salió a recibirnos. Ella se lo pierde. Y si en nuestra última visita imaginamos un reality donde su majestad enseñaba a las niñas inglesas a vestirse bien, ahora tenemos otra propuesta que seguramente a Endemol le interesará desarrollarla un poco más y sería con seguridad un éxito de teleaudiencia.
El show se llamaría Yo quiero tomar la leche con la reina, featuring su majestad herself, e iría a las 5 en punto de la tarde por la BBC. Allí veríamos a Elizabeth II aparecer toda de negro y dignified as ever rodeada de un montón de niños que la escucharían dar ordenes del tipo: "one, two, three... a tomar la leche!" "No, me arrepentí, a comer biscuits!" Igual ninguna idea por más genial que sea va a mejor la aparición estelar de su majestad Elisa en este clip.

De Buckingham Palace nos dirigimos hacia el Victoria Palace, que es el teatro donde nos tocó ver Billy Elliot, que estuvo bueno, aunque el musical del momento en Londres es "The Book of Mormon" que obviamente ya tiene todas sus entradas agotadas. Ya nos tocará verlo de aquí a 3 años en low cost, paciencia. De Billy Elliot hemos de decir que fue interesante el hecho de que el musical hace referencia a la difunta Thatcher en casi todo momento, así que no supimos si reir o llorar con esas canciones. En breve seguro aparecerá The Iron Lady hecho musical, y a ver cómo se las apaña la Meryl Strip para cantar "There is no such thing as society". Acabado el musical, como que ya era tarde y hacía frío, nos comimos unas típicas pasties de esas que se comen en ese país, una especie de empanadas pero más grandes y rellenas con varias cosas un poco picantes. Luego de la cena, enfilamos nuevamente para lo de nuestros hosts a dar por acabada la noche.

La mañana siguiente comenzó  nuevamente con un potente desayuno inglés de esos que te dan energía para todo. De allí nos dirigimos nuevamente hacia la catedral de St. Paul, que nunca habíamos estado adentro y la transmisión televisiva del funeral de Margaret Hilda nos hizo concluir que las 16 libras esterlinas por barba que cuesta la visita quizás valga la pena. Y no fue dinero echado a perder, que el lugar realmente vale la pena, y el ticket viene con visita guiada, y te enteras estando ahí adentro que la pila bautismal que está en la puerta no siempre estuvo allí, que cuando la pobre Diana Spencer Q.E.P.D. cruzó la nave central allá en 1981 camino hacia su infeliz matrimonio, que lo pudieron hacer ella y su larguísima cola de novia sin tener que esquivar esa pila bautismal que el ataud de la pobre baronesa M.T. tuvo que sortear a las 11.05 am del miércoles.

Es muy bonito el templo, y tiene miles de historias guardadas y personajes célebres británicos enterrados allí. Y como prueba irrefutable de que Carlos llega a su jubileo en excelente estado físico (y también espiritual apunta su madre), subimos los más de 500 escalones hasta la tercera de las cúpulas, desde la cual se tienen unas vistas panorámicas impresionantes de London city.
Dos horas después, agotados y exhaustos luego de tanta caminata y tanto vitral, tumba y cacharro visto, nos detuvimos a matear esta vez en los jardines de St. Paul, que se estaba bien afuera. De allí cruzamos nuevamente el puente del Milenio y nos dirigimos hacia el Tate Modern, que los viernes y sábados está abierto hasta las 22 hs y tiene infinidad de cosas interesantes para ver, y artistas clásicos como Picasso o Miró, y también hay otros que no tenemos ni idea de quiénes son ni por qué están allí, pero como el edificio es muy grande, suponemos que hay espacio para todos.

De regreso a lo de nuestros hosts, aprovechamos para sacarlos a cenar "comida local" que no es tan mala, solo hay que saber encontrarla y disfrutarla. Y seremos audaces pero no kamikazes, que al vino británico no nos animamos, nos conformamos con un shiraz australiano que no estaba mal, seguido de un malbec argentino un poquito mejor.

A la mañana siguiente nos sacaron a conocer el mercado del barrio, del cual no podemos decir mucho porque tampoco vimos mucho ya que ellos solo fueron a comprar pan y después se volvieron a casa. Nosotros pillamos bicis, cruzamos el London Bridge y nos dirigimos hacia el Museo de Londres que realmente vale la pena verlo. Uno aprende de todo sobre la vida en ese lugar, incluso que antes que hubiera gente viviendo allí, y cuando las islas estaban unidas al continente, resulta que el Támesis era un afluente del Rin, fijate tú lo que son las vueltas de la vida.
La exhibición es bastante completa, pasando por romanos, vikingos, sajones, Elizabeth, Victoria... y acabando con una parte dedicada a los juegos olímpicos del 2012 donde se puede ver todo el esfuerzo que han puesto los londinenses para que ese evento saliera tan bien como salió, y que la ciudad se luzca como ninguna.

Del museo nos encaminamos a nuestro segundo evento cultural. Y se ve que nuestra semana cultural en Londres estuvo dedicada a "niños pertenecientes a sufridas minorías" porque fuimos a ver la obra de teatro (que no es un musical todavía, pero ya lo será tarde o temprano) The Curious Incident of the Dog in the Night-time. Haciendo juego con la obra, en el teatro todas las butacas numeradas con números primos estaban resaltadas en  blanco, y al final de la obra los que fuimos pacientes y no abandonamos el recinto nos ganamos una demostración en vivo de que todo triángulo de lados n^2-1, 2n y n^2+1 es rectángulo. A los dos nos gustó la obra,  muy ingeniosamente puesta en escena ya que el tema en sí es bastante delicado de "visualizar".
Acabado el evento, y como estábamos en zona de ambiente, nos metimos en el Soho que es el barrio donde nos alojamos la otra vez que estuvimos aquí, y bareamos un poco hasta que llegó la hora de cenar, que esa noche tocaba comida india que también es muy genuina, picante, y relativamente barata. Allí uno de nuestros hosts nos enseñó a tomar el bus de 2 pisos, que realmente es muy práctico andar en ese bus que es frecuente y casi la mitad de barato que el metro, así que nos volvimos adictos a usar ese medio de transporte hasta el final de nuestra estadía, unas 16 horas después.


Y ya llegados al domingo, luego de un lento despertar, desayuno y mate en casa, salimos a caminar por el barrio bajo un sol radiante, que ya lo dijimos antes y lo volvemos a repetir aquí: nosotros traemos suerte a Londres, y nuestro recuerdo de esta ciudad es siempre bajo un sol radiante.
Por más que la noche anterior nos encontramos con varios en esos bares que decían que este invierno fue el peor de los peores, y que pensaban mudarse de allí pronto o sino se morirían de depresión, que no. Para nosotros Londres tiene tanto sol como la Costa Dorada y punto. Caminando por ahí coincidimos con la Maratón de Londres que tenía tanta o más seguridad que el funeral de Margaret Hilda debido a los acontecimientos que son de público conocimiento. Nosotros para evitar que nos reviente ninguna cacerola made in Spain cerca nuestro, nos mantuvimos siempre alejados de la recta final y fuimos a ver pasar los  el Tower Bridge, pero se ve que llegamos un poco tarde porque ya los que estaban pasando por allí iban todos en sillas de ruedas o eran ciegos.
Igual hicimos nuestra caminata alrededor de un soleadísimo Támesis, volvimos a cruzar para meternos en el Borough Market que estaban de gran celebración de Saint George así que había como una fiesta gastronómica allí, nos probamos el choripán de venado que no estaba mal, aunque la ensalada que lo acompañaba era de pura rúcula, que provocó el rechazo de Carlos.


El dia de Saint Georges coincide también con el cumpleaños (bueno, años ya no cumple porque está muerto) de William Shakespeare, y por tal motivo el Shakespeare Globe Theatre había abierto sus puertas y pudimos disfrutar de obras "in rhymes" al aire libre, trucos de magia, mentalismo y cosas que se ve que ya se hacían en la época de la reina Elizabeth, la anterior a ésta.
Y de allí poca cosa más, bici hasta los aposentos de nuestros hosts para sacar el bolso a la calle, y con el 78 llegar hasta donde el Stansted Express nos iba a recoger para ir nuevamente al aeropuerto, a sufrir a Ryanair por una hora y cincuenta minutos más.
Por suerte conseguimos esta vez asiento con ventanilla y al que parece que hay que darle también un bono de tratamiento antiestress es al pobre azafato que en algún momento se salió de si mismo de tanto desorden y tanto bulto no reglamentario. Al menos no le cobraron 45 euros a él por exceso de equipaje! El próximo domingo es la entronización de Máxima de los Países Bajos pero a esa la veremos por la tele nomás. Disfrutad de las fotos que siguen, y será hasta el proshen arret.




























lunes, 1 de abril de 2013

Anatolia Pascual (Mar 2013)


Merhaba otra vez! Ésta es nuestra segunda visita por estas tierras, que ya en el 2010 nos tocó conocer la fabulosa Estambul y bajar por la costa mediterranea hasta Efeso. Ahora llegó el turno de ir más hacia el centro, a la tierra del nudo gordiano y del Rey Midas, porque desde nuestra última visita nos habíamos quedamos con ganas de ver y conocer más.
Y es que no nos vamos a cansar de decirlo una y mil veces: para la mitad más uno de este equipo de viaje, Turquía es nuestro país favorito para visitar, y que siempre que podemos votamos a los turcos en Eurovisión porque ya es hora que ganen alguna vez este concurso, y seguro que harán una gran fiesta para celebrar al mejor estilo argentino, que también tienen un superego nacional que te sorprende. No tenemos una explicación racional a por qué nos gusta tanto pasearnos por este país. Será la buena comida, o que la gente es muy gregaria, curiosa y desinteresada. Que de repente estás a los gritos con tu marido porque no vas a comerte un dürum ahí parado en medio de la calle y con un frío de los cojones, y que te vas al Burguer King que está a la vuelta, que por lo menos tiene sillas. Y te aparece un muchacho guapo, alto y esbelto (que son todos mas o menos así por aquí) y te dice "my friend, hay un restaurante muy bueno abierto las 24 horas aquí a 50 metros", y acto seguido te acompaña hasta allí y se asegura de que te traten muy bien, y se va sin esperar nada a cambio...
O cuando haces el checkout de tu hotel y preguntas que dónde puedes dejar tus bolsos con todos tus documentos y artículos más preciados de recuerdo de este viaje, que ya volverás por ellos a la noche. Y la recepcionista te indica con una sonrisa que lo dejes ahí nomás en la puerta, por donde pasa y pasará todo el mundo en las próximas 12 horas. Pero cuando vuelvas pasada la medianoche y haya otra persona en la recepción que nunca has visto/te vio  en tu/su vida, y le dices que vienes a llevarte esos bolsos que están ahi a la interperie, te los entrega con una sonrisa y te desea buen viaje, como seguramente lo habría hecho con las 185 personas anteriores a tí si le hubieran pedido lo mismo. Ojo, que no queremos engañar a nadie aquí y estamos convencidos que tiene que haber experiencias de terror en este país, pero nosotros tocamos madera que nunca nos ha pasado nada por aquí y lo pasamos muy bien cada vez que ponemos nuestros pies por esta parte del planeta. Y que volveremos por más.

Y nuestra historia comienza con un par de vuelos de Lufthansa que nos llevaron hasta Ankara, la capital de Turquía, vía Munich. Y muy bien lo de Lufthansa que te sale casi a precio de low cost, la conexión entre vuelos es de solo hora y media, y tu equipaje llega contigo impecable como si fuera de porcelana china. Además, te dan de comer en los vuelos, cosa rara en estos tiempos de crisis y reducción de costes como los de ahora. Haciendo trámites de entrada al país, Don no la tiene fácil que tiene que pagar unos 15 euros de tasa. Carlos que es más versátil saca uno de sus múltiples pasaportes, y lo dejan pasar como Francisco I por su apartamento pontificio sin pagar lira alguna.

Nuestra primer noche en Ankara la pasamos en un hostel en el vibrante barrio de KIzIlay (como que en turco hay dos "ies", una con puntito "i" y la otra que es solo palito pero sin puntito - y se pronuncian distinto- nosotros usaremos la "I" con mayúsculas para indicar la i sin puntito), una especie de Borne/las Cañitas ankarino (o ankareño?) que no estaba mal para pasear un poco, pero hacía frio, casi nevaba, y estábamos un poco cansados así que solo nos bebimos unas cervezas en un bar de por ahí, cenamos rapidito y nos fuimos a dormir.

Al día siguiente pillamos bus para dirigirnos al destino central de nuestro viaje: la Cappadocia, que está a unas 4 horas de Ankara hacia el sur. Una tierra donde algún tipo de actividad volcánica allá durante el segundo día de la creación hizo que se depositara sobre la zona una gran cantidad de material "blando" (toba calcárea) que hace que se puedan construir casas, iglesias, restaurantes,..., ciudades enteras adentro de las montañas. Y es eso lo que uno viene a ver aquí, bastante de maravillas naturales junto con proezas humanas para aprovecharla mejor.

Nos alojamos en Göreme, que parece ser la ciudad donde hay que hacer "base" cuando uno viene por estos lugares remotos del planeta, ya que alrededor de ella se encuentran los mejores valles y vistas, y el resto de las visitas se pueden organizar desde allí. Nuestro super hotel fue cuidadosa y armoniosamente elegido por Don teniendo en cuenta factores múltiples como ubicación, calidad y precio. Y resultó ser muy satisfactorio en todos esos rubros: en pleno centro del pueblo, con unas vistas magníficas,  muy tranquilo y a precio de temporada baja. ¡Este chico realmente tiene credenciales que lo certifican como viajero low cost! Lo de "tranquilo" es siempre una cuestión relativa, ya que  hay que acostumbrarse en Turquía al hecho de que siempre estarás cerca de una mezquita, con lo cual te tocará escuchar el llamado a la oración que se hace varias veces durante el día, uno de ellos sobre las 5 de la mañana. Que imaginate que estas en el mejor de tus sueños matinales de esos que incluyen un hammam, agua tibia, y otros elementos relajantes como ese, y comienza a sonar en tus oídos el Allahu Akbaru, Allahu Akbaru... a todo lo que da, no es muy placentero al principio. Pero al final ya casi que te acostumbras al ruido ese, e incluso lo extrañas cuando ya no estás allí.

Otra cosa que hay que advertir al viajero desprevenido es que si eres de los se echa unos 10 minutos de video por internet antes de ir a dormir, que mejor te traigas tu entretenimiento grabado porque en Turquía es altamente probable que todas las páginas webs de donde sacas esas películas estén bloqueadas, un hecho que provocaría la indignación del mismísimo Atatürk, conocido consumidor empedernido de cintas francesas de los años 20 (reference needed or you go to jail), pero nada que no se arregla con un marido experto en temas de informática que siempre viene bien traer en este tipo de viajes.

Nuestro super hotel venía con un encargado, Mustafa, muy gregario y muy eficiente: un una horita de conversación ya nos caló rápido qué clase de turismo queríamos hacer, nos llenó de mapas y recomendaciones, y casi casi que el itinerario de nuestros días en la Cappadocia fueron diseñados 100%  por él. También cada mañana venía a darnos conversación durante el desayuno para discutir lo que haríamos en el día de la fecha. Y qué suerte que al menos uno de los dos en esta pareja tiene ganas de conversar por las mañanas, así de paso lo hacíamos sentir útil al Mustafa. Nuestra primer cena fue en uno de los restaurantes-cueva, donde para misfortuna de los corderos de Anatolia, Don aprendió rápido lo que lo que significa la palabra kuzu, que iba a ser su plato a consumir durante casi todos los días de nuestra estancia en el país. La cocina turca es bastante estandar, comenzando con unas sopas (de lentejas es la mas común), siguiendo con un meze vegetariano y frio, y culminando con algún plato de carne que nunca será de cerdo, y viene acompañada con arroz y/o más verduras.

Al día siguiente comenzó nuestra exploración de los alrededores de Göreme. Subimos con un bus hasta el múseo abierto de Zelve donde pudimos explorar varias casas e iglesias construidas desde hace mucho en la roca, almorzamos en el camino y regresamos a Göreme a pie por un camino de montaña desde donde se podían apreciar todos los valles de la zona desde lo alto. Parece ser que EL highlight de la visita a la Cappadocia es hacer un viaje en globo por estos territorios (de hecho, es la foto de tapa en la edición turca de la Lonely Planet) pero como que
a) el costo del globotur era mas caro que nuestro aereo BCN-ESB en Lufthansa,
b) para ir a hacer la aventurita esa hay que despertarse a las 5 de la mañana al mismo tiempo que los rezos matinales de la mezquita del barrio,
pues fue que no. Nosotros igual hicimos nuestras vistas desde lo alto aprovechando que todavía podemos subir unos 1200 metros de altura, y ya volveremos a completar la experiencia con el globo cuando tengamos 65 años en promedio y ahorremos más dinero.

En regresados a nuestro super hotel, ya duchados y descansados, fuimos a por nuestra segunda experiencia gastronómica, que parece que en esta región es muy típica una especie de cazuela de cerámica que se cuece a fuego lento por unas 3 horas (hay que pedirla con anticipación) y luego te la rompen con un martillo delante tuyo para que puedas comer lo que hay adentro. Don estuvo un poco reacio a participar del rito, preocupado por el impacto ambiental que iban a producir esos recipientes rotos que (obviamente) van a parar a la basura luego de haber sido utilizados una sola vez. Igual aceptó formar parte del trato, y por suerte que lo hizo, que su cazuela de kuzu estaba como para chuparse los dedos.

Al día siguiente ya pillamos coche de alquiler y con sumo cuidado después de trazar varias fórmulas variacionales, principios de mini-max, lema del paso de la montaña y multiplicadores de la granja, decidimos la cantidad de diesel que le íbamos a poner al vehículo, que el precio del combustible en Turquía es muy caro, rondando los 2,50 euros el litro. Pusimos los litros estipulados en el auto y -como Rafaella- enfilamos para el sur, que en KaymaklI y en Derinkuyu hay unas ciudades ocultas de la época en que  católicos ortodoxos y los musulmanes jugaban a las escondidas. Estas ciudades subterráneas llegaban a alojar hasta 10.000 personas y es realmente asombroso apreciar cómo estaban diseñados y con cuanta profundidad podían expandirse con más de 40 niveles de altura hacia abajo. Estos lugares obviamente no son aptos ni para gente en silla de ruedas, ni tampoco cardíacos o claustrofóbicos, porque hay que subir o bajar escaleras que a veces parecen diseñadas para ovejas.



Acabados nuestros paseos subterráneos, enfilamos para el valle de SoganlI, donde encontramos más cuevas y más monasterios ocultos entre las rocas. El paisaje en este valle dicen que es parecido al que aparece en la Guerra de las Galaxias (el episodio IV, el original), pero no nos llegó a convencer del todo así que dejamos el tema a la imaginación de cada uno.
Y ya de regreso a nuestro hotel, hicimos parada en Mustafapasa, una ex-ciudad griega (que las hay muchas por aquí y por toda Turquía, que después los griegos fueron enviados a Grecia y los turcos en el exterior repatriados por la zona) para ver edificios bonitos y demás, y acabamos la jornada en un hammam de pueblo, en Nevsehir, que los hammames turísticos -que en los pueblos de Cappadocia son todos de esta clase- los puedes encontrar en cualquier ciudad del mundo e incluso a un precio más razonable que los que te ofrecen por aquí. Pero nosotros queríamos ir a un hammam de pueblo, a mezclarnos con el pueblo y ser exfoliados y masajeados como cualquier local  lo hace antes de la oración o después del trabajo.
Acabado el relax post baño turco, nos dirigimos a cenar en un restaurante local que el dueño nos convidó con toda clase de atenciones e incluso con café turco que aunque le hicimos gesto de que no lo queríamos porque queríamos dormir esa noche, igual nos lo tuvimos que beber. En realidad, Carlos se tuvo que beber los 2 cafes turcos y pasarse esa noche en total insomnio ya que Don no bebe café y no queríamos quedar como desagradecidos delante del restaurantero.

Pasada la noche en vela de Carlos, a la mañana siguiente  coche en mano una vez mas, nos dirigimos hacia el valle de Ihlara, otro de los highlights de Cappadocia, una especie de cañón muy profundo por donde corre un río que tenía bastante agua después de estas últimas nevadas, y por donde hicimos una caminata de unos 13 km siguiendo el curso del agua. Fue muy agradable ya que si bien estaba un poco nublado, eso mismo hacía que no hiciera calor, y además tampoco había mucha gente por esa zona. Es lo bueno del turismo low cost, que estás obligado a ir "en temporada baja" y eso te hace disfrutar de todas estas atracciones sin casi gente alrededor.

Acabada la visita, y por distraernos mientras tomábamos mate nos perdimos el bus de regreso hasta la entrada del parque así que tuvimos que "volvernos en taxi". Toda una experiencia... Por la tarde fuimos a pasear por Güzelyurt, a ver más ruinas, más casas y ciudades ocultas, más iglesias...
De regreso a Göreme volvimos a detenernos en el hammam de Nevsehir donde fuimos nuevamente expoliados, masajeados y luego rehidratados con abundante agua caliente. Hemos de decir que Nevsehir no es un buen lugar para intentar encontrar algo para cenar. En realidad, excepto en los restaurantes para turistas, tanto en Cappadocia como en Ankara nos encontramos
siempre con la misma situación: los lugares de comida  para locales cierran sobre las 20,30 horas o antes. Pero incluso si uno llega antes, no hay muchas opciones para comer. Se ve que la gente está acostumbrada a cenar en su casa o le da al dürum/fast food en caso de tener que picar algo luego de caída la noche.
Pues eso, que acabados de malcenar en Nevsehir retornamos a Göreme con la cantidad de diésel suficiente como para devolver el tanque de combustible del coche de alquiler tan vacío cómo nos lo dieron dos días atrás, y nos fuimos a dormir.
Nuestro último día en Cappadocia nos vio
nuevamente pillar las mochilas y largarnos a caminar por ahí. De Göreme fuimos subiendo por el Valle de las Palomas hasta Uchisar, una  especie de ciudad-castillo en la cima de una de estas rocas. El castillo está totalmente cavado sobre la roca y bien vale una visita.
El tema de las palomas también es bastante interesante, ya que estos animales eran importantes en la época de las casas-cueva pues eran considerados buenos productores de fertilizantes. De hecho, a lo largo de todos los valles se pueden encontrar -también cavados en
las rocas- palomares de todo tipo y color. Varios de ellos muy bonitos y pintorescos.
Almorzados y descansados en Uchisar, comenzamos nuestro descenso por otro de los valles de los alrededores de Göreme. Éste tiene por nombre Valle del Amor que algo de romántico tenía, no lo vamos a negar. Pero lo más impresionante de esta bajada fueron unas estructuras naturales de fuerte parecido fálico, lo cual nos hace dudar sobre si somos nosotros los mal pensados o realmente este valle fue denominado así por estas formas. Dejaremos el misterio sin resolver porque no tenemos ganas de buscarlo en wikipedia, que nuestra caminata continuó por otros valles de la zona de valles de Göreme, un relajante mate mirando el atardecer desde lo alto, y un regreso triunfal a Göreme city donde nos regalamos una última ración de cazuelita de barro martillada como cena de despedida de este lugar magnífico.

La mañana siguiente nos vio despedirnos conmovedoramente de Mustafa y su joven ayudante kurdo Sadat, y pillar nuevamente el bus que nos devolvería a Ankara, adonde íbamos a pasar nuestros últimos días en Turquía. Ya en Ankara, nos alojamos en la zona universitaria, donde no había ninguna mezquita cerca solo que tuvimos que cambiar el ruido de la llamada a la oración de las 5 de la mañana por la música pop (turca) estridente que escuchaban nuestras vecinas a partir de las 9 de la mañana. Igual ya estábamos despiertos a esa hora así que no nos quejamos. Lo bueno de Ankara es que es una ciudad mucho más "real" que Estambul, en el sentido que casi no hay turismo y todo está mucho más diseñado como para locales.
Como el mercadillo que encontramos rápidamente, y que siempre tiene su morbo pasearse por el mercadillo, recordando siempre que -si uno quiere llevar una verdadera vida low cost- no hay que dejarse arrastrar en la tentación (sobre todo en tiempos cuaresmales como los que nos tocó pasear por allí) y comprarse cualquier baratija que te ofrezcan allí. No señor, que Don lo tenía muy claro. Que él lo que quería era una de esas máquinas para prensar naranjas y granadas para hacer zumo/jugo, y que además te quede la pulpa. Así que nos lanzamos a recorrer de arriba a abajo, todos los bazares del mercadillo, regateando precios y demás
hasta que finalmente luego de feroz lucha verbal contra vendedores varios, se hizo del preciado elemento que ahora tenemos en nuestra casa, y ya sabeis lo que venís a visitarnos, traed fruta que será hecha zumo y pulpa bajo la prensa.
Ya repuestos de nuestra experiencia en el turkshopping, y reposados un rato en nuestros aposentos universitarios, decidimos volver a salir a conocer un poco la noche ankareña (o ankarense), que hay bares de todo tipo y color, para la dama, el caballero y también mixtos (!) Nosotros ensayamos ir a bares denominados "turcos", donde en general hay una banda que toca música local, que se ve que hay varias canciones que todo el mundo conoce porque se ponen como enardecidos cuando los pasan. En general las bandas tienen algún instrumento de teclas, un laud, un tambor, y un par de cantantes. Casi siempre hay una mujer entre las vocalistas, que cada tanto pega uno de esos sapukays orientales que se ve que son parte del folclore por aquí.
La música es bastante instrumental, las canciones a veces tienen un tono melancólico como el flamenco, y otras son del tipo "party-party-party" y todo el mundo sale a bailar como si estuvieran posesos. Nos encontramos con varios de estos bares de música en vivo donde se puede disfrutar este tipo de espectáculo hasta las 5 de la mañana.
Nosotros obviamente no nos quedamos tan tarde que todavía teníamos bastante por ver durante el día en Ankara. En la mañana siguiente subimos hasta la ciudadela donde hay ruinas de una antigua muralla que protegía a esta ciudad que si bien pasó a tener importancia como capital de Turquía desde hace relativamente poco, tiene mucha historia por detrás.
Estando allí arriba aprovechamos para visitar el Museo de las Civilizaciones de Anatolia que si bien tenía algunas salas cerradas por renovaciones, es muy completo en contenido y en exhibiciones desde la época de los hititas hasta la actualidad.
Luego de reponer fuerzas con un buen kebap de kuzu, pasamos a visitar otro museo, el Rahmi M. Koc industrial museum donde se pueden ver cosas interesantes del progreso tanto en Turquía como en el mundo entero.
Acabamos la tarde con un poco más de mercadillo, zumos de granada y naranja respectivamente, y ya por la noche cena y más música turca en vivo en KIzIlay.
Nuestro último día en Ankara comenzó con un suculento desayuno tradicional turco, que lleva de todo: aceitunas, pepinos, tomates, huevo, pan, mantequilla, miel,... y all you can drink çay. De allí nos dirigimos nuevamente a "musear", que esta ciudad tiene muchos y muy buenos museos.
Primero enfilamos hacia el Museo de Etnografía, que está al lado del Museo estatal de Arte y Escultura que también fue debidamente visitado. Acabado el baño cultural, fuimos a por más y pasamos por el Museo de la República, en el centro de la ciudad, situado donde estuvo emplazado el primer parlamento instituído por Atatürk en los años 20.
Obviamente EL lugar que hay que visitar sí o sí en Ankara y que es fácilmente distinguible desde cualquier punto de la ciudad es el Mauseoleo de Atatürk, adonde no te dejan entrar con mate ni bombilla por respeto al gran líder que se encuentra enterrado allí.
Además de ver el sitio de mármol donde está enterrado Atatürk, como bonus track te ganas el acceso al museo de la denominada "Guerra de la Independencia" que fue hace casi 100 años atrás, y que pareciera que es un gran motivo de orgullo para este país.
Y es interesante al recorrer este y otros museos ver cuan importante fue y es Atatürk para la vida de los turcos, y cuanto de lo que es Turquía hoy se lo deben a él. Que no vamos a hacer aquí ninguna apología del culto de la persona de nadie que no sea siquiera argentino, pero realmente es interesante de ver el efecto que las personalidades fuertes tienen en el destino de algunas naciones.
Acabada nuestra visita al compejo-mauseoleo, luego de otro refrescante zumo fresco consumido mientras esperábamos que amainara un poco el chubasco que nos cayó al finalizar la tarde, nos volvimos a dirigir a la zona de universidades donde comenzamos a buscar un lugar donde regalarnos nuestra última cena en Ankara.
Paseando por el barrio, no pudimos evitar escuchar música turca en vivo desde una ventana próxima. Nos acercamos, y resultó ser una especie de centro barrial donde estaba celebrando no sabemos qué. Nos trajeron a una señora que hablaba en inglés pero debe de ser que nuestro inglés es muy malo porque ninguno de los dos consiguió entenderle una palabra. Cuando Carlos le dijo que era argentino pareció como extasiada (¡y cómo está la prima de ego argentina en estos días!)y nos invitó a pasar a ver el evento este que no sabíamos qué era lo que era... y que nunca llegamos a enterarnos. Habían en un salón sentadas unas cuantas damas de edad ya bastante madura, parecía como una de esas reuniones de tupperware, aunque éstas estaban mejor producidas y pintadas que las que van a las reuniones del tupper. La reunión parecía bastante animada, habían una cantante, un par de instrumentos musicales, y todos parecían estar
pasándolo bien. En algún momento alguien dijo algo con un micrófono y según Don -que después de haberse pasado toda la tarde escuchando a los soldados gritándose entre ellos en la tumba de Atatürk ahora ya se consideraba todo un exégeta en el idioma local- hablaban en otro idioma que no era turco. Nunca lo sabremos ya que nunca nos lo contaron ni nosotros preguntamos. Podría tranquilamente ser una reunión de egresadas de la promoción 1985 de la escuela de bellas artes de Konya o un rito de entrega a satán que estaba ocurriendo allí mismo.
Todas las chicas estaban vestidas como muy a lo occidental excepto una que llevaba trapos negros alrededor del cuerpo al estilo María Magdalena al pie de la cruz. Cada tanto la música se ponía movidita y las chicas salían a bailar. Nosotros nunca nos animamos a meternos en la pista, que por ahí era que solo podían bailar las chicas, o quizás con esos bailes estaban haciendo efectiva la entrega de sus almas al demonio. En fin, mejor estarse prevenidos con estas cosas y quedarse sentados. En algún momento incluso María Magdalena salió a bailar al centro del círculo, y considerando que ya era sábado de gloria cuando todo ésto ocurrió, suponemos que estaba ella celebrando la resurrección.
Cuando consideramos que ya habíamos tenido bastante del espectáculo, intentamos escaparnos del evento antes que se dieran cuenta que estábamos allí y/o que llegaran los tuppers o la pira de ablación, pero fuimos perseguidos por un curioso que se trajo a la María Magdalena de negro que a la sazón era profesora de un inglés que sí podíamos entender así que hizo de traductora entre el curioso y nosotros.
Y una cosa es ser curioso y preguntar "where are you from, my friend?" y otra es querer saber todo con pelos y señales de la vida de cada uno. Como nosotros estábamos en plan de decir toda la verdad y nada más que la verdad (total, ya nos íbamos de ese país en pocas horas), le tuvimos que contar con detalles un poco precisos sobre nuestro lifestyle. Es lo que tiene prohibir el youtube en este país, que la gente no cultiva mucho su imaginación. En fin, nos despedimos amablemente del curioso y de María Magdalena y nos fuimos de allí antes que vinieran a buscarnos con antorchas. Cenamos nuestra última dosis de kuzu, pasamos unas horas de relax en el hammam local, vimos un poco más de música turca en vivo en un bar y de allí ya para el aeropuerto, que parte del low cost-deal de Lufthansa es hacerte viajar a las 6 de la mañana el día de cambio de hora. En el aeropuerto la prensa que se compró Don en el mercadillo hizo saltar las alarmas pero igual nos dejaron facturar el equipaje, y ahora ya estamos de regreso en Barcelona, donde encontramos la casa en orden como corresponde a un típico domingo pascual. Esperamos que vosotros también hayais pasado unas buenas pascuas, disfrutad de las fotos que siguen y será hasta el proshen arret, güle güle!