lunes, 24 de junio de 2013

San Petersburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo (Jun 2013)


доброе утро!
Hace rato que teníamos curiosidad por saber qué es lo que ve Sarah Palin desde su patio, así que juntamos con paciencia millas en alguno de estos programas de viajeros frecuentes que tiene la vida, y finalmente conseguimos suficiente como para hacernos una escapada a Rusia, que no sale tan caro ir para allá ahora que hay tanto vuelo que trae hordas de turistas desde esas tierras hacia el Mediterráneo.

Igual, nuestro viaje lo hicimos con Lufthansa que todavía conserva algo de charme, no te cobran por facturar maletas y te dan de comer arriba del vuelo. Eso sí, no hay opción de chicken o pasta, sino que a todos nos dan la misma cosa que no sabemos bien qué es pero seguro que carne no tiene.

A lo que íbamos, que después de una escala minúscula de 45 minutos en Frankfurt donde la misma compañía te mantiene entretenido corriendo desde la zona "A" a la zona "B", tuvimos 3 horas más de vuelo para llegar a San Petersburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo, ahí casi-casi sobre el Círculo Polar Ártico.
Por un rato fantaseamos con que probablemente era el lugar más al norte que hemos estado en nuestras vidas, pero después mirando por la interné llegamos a la conclusión que en el 2005 estuvimos en Anchorage, Alaska, un poquito más arriba que aquí. Lo que si era inegable fue que ésta era nuestra primera visita a Rusia, ese país del que tanto hablamos y nos hablaron pero del que conocemos poco. Y elegimos comenzar por San Petersburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo, ya que desde siempre nos pareció un destino interesante y atractivo de ver. Parece que a Moscu hay que ir a ver cosas ricas y de ricos, y a nosotros todavía no nos va ese rollo.


Mientras estábamos preparando nuestro viaje ya nos encontramos con una novedad interesante:  hay pocos países en el "visa waiver program" ruso, pero Carlos siempre tiene alguna nacionalidad de esas que nunca te hubieras imaginado que tenía, y consigue entrar al país gratis blandiendo pasaporte de turno, mientras que Don tuvo que desembolsar unos 150 euros en una agencia de viajes de Barcelona antes de subir al avión para tener el derecho de pisar territorio rojo. Igual, si alguien aquí quiere sentirse orgulloso de estar en el visa waiver program ruso, que busque la lista por interné y verá que comparte cartel con Siria, Corea del Norte, Irán, Venezuela, Ecuador (go Snowden!)...

Ni bien pasamos el control aduanero, nos avisan que estábamos de feria internacional de noseque y que habían medidas de seguridad extra porque estaban Lamer Que y RasPutin allí mismo tramando vaya a saber qué. El rumor era que tenían previsto volver a sitiar Leningrado por un par de años. Pero nosotros para sufrir así nos hubiéramos quedado en el Mediterráneo. Así que ni cortos ni perezosos fuimos a la terminal de bus y nos fuimos de la ciudad por un par de días, que para conocer la Rusia profunda hay que hacer eso y no quedarse con las vidrieras.

El viaje fue en un bus que según Don olía a sudor. Según Carlos, olía a sudor de vodka, que los daltonicos pueden llegar a desarrollar inesperadamente los otros sentidos. No era algo terriblemente insoportable (al menos para nosotros), solo que tuvimos que comernos 3 horas de viaje en un bus con poco aire acondicionado y repleto de gente. Locales en su mayoría. Nuestra primera impresión delos locales fue algo así como lo que sigue: la gente no habla inglés, y por lo que nos pareció no habla ningún otro idioma que no sea ruso. Tampoco parecen estar habituados a tener gente alrededor que no entienda ruso. Eso no quiere decir que no hayan turistas, de hecho San Petersburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo está lleno de gente visitando los lugares que hay que ver, y hay turistas en cada esquina. Pero la gran mayoría de esta gente habla o entiende ruso. Por ejemplo, hay miles de góndolas que hacen el recorrido por los canales de la ciudad, uno solo que lo hace con explicaciones en ingles. Pero eso no quiere decir que los otros barcos no estén llenos de gente que vaya contenta a escuchar el tour en ruso.
Nuestra conclusión es que MUCHO del turismo que hay en esta zona es interno de la ex-Unión Soviética. Otro detalle: en las estaciones de tren y bus de San Petesburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo no hay carteles que no estén en cirílico, y mira que es difícil "leer" el cirílico, y si uno juega a "dígalo con mímica" le puede salir mal como cuando Carlos acabó comiendose un helado de te verde pensando que era de dulce de leche, o Don que le puso curry a su hamburguesa creyendo que era mostaza, o cuando no nos dejaron entrar al museo estatal porque intentábamos hacerlo con las entradas de la góndola turística... Por suerte Don viene tecnológicamente preparado para afrontar este tipo de desgracias: que se trajo un traductor inglés-ruso incorporado a su teléfono android, que incluso cuando estás conectado al interné el traductor te habla, y es fabuloso las conversaciones que hemos tenido con gente de lo más variopinta gracias a este traductor. Obviamente el traductor también funciona "al revés" pero ya de por si introducir en la pantalla una palabra de 5 letras cirílicas te puede llevar 45 minutos, y si de esa palabra depende que pilles el tren a tiempo o no.... pues definitivamente conviene hacerse un cursito de dactilografía cirílica antes de venirse a estos lugares.

En volviendo a nuestro relato, 3 horas después del oloroso viaje en bus con pertinente parada en pueblo perdido para ir al baño (excepto en el aeropuerto, hay que pagar para entrar al baño así que traer monedas) llegamos a Veliky Novgorod, una ciudad a mitad de camino entre Moscú y San Petersburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo, que es muy antigua, ya aparecen en el siglo IX crónicas de la existencia de esta ciudad, y su slogan turístico es "el lugar de nacimiento de Rusia". Allí nos alojamos en el "Intourist" hotel que es uno de los hoteles residuales de la época en que los comunistas controlaban todo incluido el turismo, así que si nuestro viaje hubiera sido en los 80, aquí habríamos ido a parar inexorablemente.


El staff del hotel hablaba inglés, lo cual fue un bonus ya que pudimos conversar un poco con ellos sin tener que mediar aparato alguno. Otro detalle que nos sorprendió bastante en esta visita es que la gran mayoría de personas que están en lo que nosotros llamaríamos rubro "atención al cliente" (aduana, correos, hoteles, bares, transporte público, museos,...) son todas o casi todas mujeres. Muy bien arregladas y producidas, con bastante eficiencia en todos los casos, gestionan tu trámite siempre y cuando entiendan qué es lo que quieres de ellas. Nunca hay un gesto ni de impaciencia ni de fastidio ni nada parecido, en realidad nunca hay un gesto de nada. Podrían estar lidiando contigo o con E.T. o con el espectro de Ronald Reagan Q.E.P.D. que estarían igual de impasibles prestando atención a lo que les has preguntado/solicitado, que a tu satisfacción. No nos quejamos, aunque era extraño. De hecho, Don recuerda cuando en los 90 fue una gran noticia eso que se abrió el primer MacDonalds en Moscú, y que buena parte de la noticia consistía en el entrenamiento previo que se les daba a los que iban a trabajar allí. Les enseñaban técnicas desconocidas por los locales como "sonreir al cliente y preguntarle cómo le va". Otra cosa interesante que tiene la Rusia que vimos es una inundación de productos de los EEUU que no se ve ni de lejos en "la vieja Europa": aquí hay MacDonalds, Starbucks, Burger King, Pizza Hut, KFG, T.G.I.Fridays, Hilton, Wendy's,... por la radio la música que se escucha por todos lados es casi 100% pop de los EEUU, por la tele pasan Rocky, Gladiador, partidos de la NBA,...

Pero volvamos a lo que íbamos, que estuvimos un par de días en Veliky Novgorod. La ciudad es bonita, tiene un kremlin bastante antiguo (que ahí nos enteramos que "kremlin" quiere decir "centro socio-politico de la ciudad", y se ve que toda ciudad que se precie de tal tiene uno), un río que la atraviesa que como hacía calor (entre 25 y 33 grados durante cada día de nuestra visita) la peña estaba ahí por la playa chapoteando de lo lindo, algunos monumentos e iglesias interesantes. La noche del solsticio lo pasamos allí, y como que estábamos muy hacia el norte, obviamente en estos días mucha oscuridad no hay.

Digamos que el sol se pone sobre las 11 de la noche, y sobre la medianoche ya esta' como "oscuro" aunque si uno mira hacia el cielo en algun lugar del horizonte siempre va a ver algo de claridad en algún punto del horizonte. Claridad que se irá desplazando en el firmamente hasta las 4 de la mañana que es cuando vuelve a salir el sol. Por eso lo mejor que te puede pasar si vienes a Rusia en esta época del año es ir de parranda por ahí hasta bien tarde en la madrugada, dormir como hasta el mediodía (todo ésto te será muy fácil ya que hay 2 horas de diferencia con Europa central, y con el resto del mundo todavía más), salir y ver museos y esas cosas que cierran sobre las 18, y luego dedicarte a pasear por ahí hasta que el sol caiga, que tienes unas 5 o 6 horas más para hacerlo.

En Veliky Novgorod la celebración del solsticio fue como una fiesta de estudiantes que acababan el año escolar y estaban todos dándole al rap, al tecno y al hip hop junto con un DJ en una plaza. Nunca entendimos por qué pusieron luces sicodélicas para acompañar el evento, si cuando acabó sobre las 11 de la tarde todavía había sol.
Otro elemento que nos llamó la atención en este viaje fue notar que las chicas en general se producen bastante a la hora de salir a la calle, incluso para el evento esperpéntico éste de la fiesta del solsticio aparecían unas chicas con unos 20 cm de tacones, maquilladas, pintadas y vestidas muy por arriba de la ocasión. "Esto de echarse polvos en la cara a plena luz del día es de bataclanas" diría la tía Elena Q.E.P.D., pero como que no hay mucha oscuridad en estos tiempos que corren, suponemos que están disculpadas.
 A diferencia de sus homólogas, las inglesas, a las chicas que vimos producidas en la calle el look les sentaba bastante bien. Don dice que es la misma ropa que se ponen las inglesas, solo que el talle ruso es más adecuado para esos trapos. Carlos no opina de temas que no estén relacionados con su área de investigación.


Acabados nuestros días en la Rusia profunda, y ya sabiendo que Lamer Que había partido de allí despidiéndose de RasPutín al son de "para hacer bien la opresión hay que venir al sur", nos animamos a volver a San Petersburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo. Esta vez lo hicimos en un tren feo pero eficiente, contando con el "plus" de que en nuestro vagón Don pudo conversar con una profesora de inglés local, y debatir sobre temas importantes como el trato del gobierno ruso a las minorías, por qué Obama sigue manteniendo ese escudo antimisiles en contra de los rusos, y por qué estaban los norteamericanos ayudando a los malos de Siria cuando claramente los buenos eran los que RasPutin dice que son. Carlos -como no opina de temas que no estén relacionados con su área de investigación- se mantuvo al margen de la discusión.

En arribados a la gran ciudad, cambiamos tren por metro para dirigirnos a nuestro hostel. El metro de San Petersburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo es FABULOSO. Grande, amplio y muy cómodo. Algunas estaciones (las más céntricas, creemos) están decoradas como si fueran salones de un palacio. Y como la ciudad entera está construida sobre un pantano, para hacer el metro tuvieron que excavar bastante hasta llegar a roca lo suficientemente dura como para montar el túnel allí (también suponemos que como estaba justo comenzando la temporada de guerras y tragedias, aprovecharon de hacer el tunel bien hondo como para construir refugios antiaéreos allí).
Ni bien pasar el primer acceso al metro, sobre la planta baja,  tienes que pasarte entre 3 y 5 minutos arriba de una escalera mecánica que va rápido. Para llegar a/salir de la zona donde pasa el tren, haz de descender mucho. No le deseamos a nadie tener que venir al metro el día que esta escalera mecánica no esté funcionando, porque debe de ser lo más parecido al purgatorio que el Papa Francisco nos viene suavizando cada día más.


Tampoco es aconsejable tomar el metro para cubrir distancias cortas. Primero porque ya de por si pierdes como 10 minutos entre llegar desde el nivel del suelo hasta donde está el tren y viceversa. Además, las estaciones están bastante separadas entre sí. Y como casi todo lo interesante de San Petersburgo está en el centro-centro, deben ser 4 o 5 estaciones las que importan para llegar a los lugares para ver, pero a veces para conectar 2 de estas estaciones tienes que combinar entre dos o tres líneas de metro. Lo que más conviene hacer en estos días de sol radiante y buena temperatura es alojarte en el centro y caminar.
Eso es lo que hicimos nosotros, y la verdad es que la estrategia valió la pena. Estar en el centro también te hace tener toda una oferta gastronómica y de ocio disponible casi las 24 horas del día, que es muy conveniente cuando uno quiere cenar -como nos pasó un par de veces- a las 2 de la mañana.

Y ya que estamos en lo gastronómico, la la noticia del arribo de Don a estas tierras habrá cundido la alarma entre la población de corderos y cabritos del país, que creemos que hubo una estámpida masiva de estos animales corriendo a refugiarse en la Siberia profunda. Igual pudimos deleitarnos con bastantes productos de la gastronomía local, que strogonoff, que cocina de Georgia, algunos platos tenían sabores como de lejano oriente...
También probamos un poco del alcohol "suave" que se produce aquí porque la temperatura no daba como para andar bajándose litros de vodka. Y hablando del tema, también vimos mucho borracho en la calle, de toda raza y condición social ("y a plena luz del día, esto es el fin del mundo!" diría la tía Elena Q.E.P.D.). Pero como se ve que tienen milenios de tradición en este tema, el rollo borracho aquí es bastante tranquilo. La gran mayoría de borrachos que vimos eran todos hombres, eso sí. Debe de haber algún teorema estadístico que certifique este hecho por ahí.

Nuestro primer día en San Petersburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo lo comenzamos rindiéndole tributo a los protagonistas del sitio de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial (que aquí se llama la Gran Guerra Patria) en el museo que lleva ese nombre. Que ya no hace falta imaginarse como sería dejar aislada por casi 3 años a una ciudad como ésta, y de cómo se las ingeniaba la gente para sobrevivir... los que sobrevivieron porque hubo más de un millón de civiles muertos después de tanto horror.
Acabada la visita del museo, cruzamos por uno de los tantos puentes que hay por ahí sobre el rio Neva, y fuimos a parar a la fortaleza de Pedro y Pablo, del otro lado del río. Entramos a una iglesia que tienen alli donde había mucha tumba de noble pero no nos quedamos a prestarles mucho respeto a los finados porque ya había mucha gente haciendo lo mismo. Y de ahí fuimos al otro extremo de la fortaleza para ver una cárcel donde iban a parar los rojos primeros, y después los rojos ya en el poder enviaron a los nobles. La carcel estaba mejor montada que Alcatraz, aunque despues acabaron hacinándola de gente así que mejor no desear estar allí.

De allí intentamos volver a cruzar el río para volver a la zona céntrica, pero ya habían cortado los puentes porque esa noche era la"Fiesta del Barco Escarlata" que es como una especie de verbena que hacen aquí para celebrar el solsticio, el fin de las clases de los estudiantes, y cualquier otro evento que amerite celebrarse en esta época del año. Parte de la celebración consiste en hacer pasear un barco de color escarlata por el río - esto es una leyenda escrita por alguien que ya no recordamos su nombre- mientras le llueven fuegos de artificio a diestra y siniestra.

Así que decidimos ser parte del evento, cenamos un par de platos de cordero al estilo de Georgia por ahí, y ya sobre la medianoche nos acercamos a la ribera del río para ver de cerca el evento, que nos tuvo en vilo hasta casi las 2 de la mañana, aunque fue divertido entretenernos en el interín viendo la gente soltar pequeños globos aerostáticos en forma de corazón, y la peña ponerse borracha a medida que pasaban las horas.

Al día siguiente después de haber desayunado sobre las 12 del mediodía, enfilamos para el Museo del Estado Ruso, un edificio inmenso con una colección exhaustiva de arte representativo de toda la historia de este país.
Más allá del pasado "rojo" de este Rusia, es interesante el fuerte impacto religioso que tiene en el aspecto cultural. Eso ya lo pudimos ver en Veliky Novgorod también: hay muchas iglesias ortodoxas (de esas con techo en forma de cebolla) en todos lados, mucho cuadro, cerámica y pintura con motivos religiosos... Todo esto y mucho más aparecía en este fabuloso museo, que es enorme pero no el más grande de todos como ya lo veremos enseguida.
Acabamos saliendo por la puerta lateral, justo enfrente de la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada. El nombre de "sangre derramada" no se refiere a ningún tipo de manifestación mística tipo "sagrado corazón" o algo equivalente, sino que hay un tsar que asesinaron unos terroristas justo en ese sitio ("¡seguro que fueron los tupamaros!" diría la tía Elena Q.E.P.D.), y después construyeron el templo conmemorando ese hecho.
Es visualmente muy bonita la iglesia, por lejos uno de los highlights de la ciudad. De allí fuimos a por el cordero georgiano nuestro de cada día, y acabado el festín gastronómico salimos corriendo hacia la Catedral de San Issac, que es otro de los highlights de la ciudad. Vimos el templo por dentro que es magnífico, y luego en un nuevo apabullante despliegue de nuestra perfecta capacidad física, subimos sin detenernos en ningún momento los 262 escalones que te llevan a la cúpula de la catedral.
Desde allí se tiene una vista panorámica de toda la ciudad. Una visita que realmente vale la pena. Aquí se acabó nuestro record, que ya llevábamos 5 días sin haber visto ningún argentino, que se ve que ahora se lleva tener a un argentino cerca tuyo turisteando, están por todo el mundo  y esta catedral no era la excepción.


De la cúpula bajamos nuevamente a la calle, nos recompensamos con una cerveza "báltica" que suponemos que debe ser local, y partimos para nuestro momento "like a Virgin", que cuando Pedro I decidió construir esta ciudad, quiso que tuviera canales como Amsterdam o Venecia. Y San Petersburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo tiene canales, y uno puede subirse a un barquito que te pasea por ellos. Tomamos el tour en ingles aunque podria haber sido en cualquier otro idioma porque el equipo de audio no era muy bueno.
Igual estuvo bueno pasearse un buen rato por todos los lugares donde ya habíamos pasado antes, solo que ahora los veíamos desde el agua.

Y hablando del agua, ya la Lonely Planet nos había advertido de ésto pero lo pudimos comprobar con nuestros propios ojos. Parece que o los tubos que llevan el agua potable son muy viejos o el agua sigue siendo agua muy "de pantano", pero el agua que sale cuando abres el grifo no es recomendable beberla.
Don que tiene ya como 3 masters en tema de conservacion de agua hizo un estudio del material y llegó a la conclusión en 5 minutos de que hay que beber agua de botella, que no es tan dramático ver agua de botella porque la marca que aparece en todos lados se llama "bon acqua" así que es fácil pedirla en las tiendas. Y seguro que tu hotel te la va a proporcionar porque no deben querer que se les mueran los clientes de diarrea continuamente por este tema.

Nuestro último día en esta magnífica ciudad se lo dedicamos al Hermitage, uno de los museos más grandes del mundo, que ya nos contaba de pequeños el Lo Se Todo que Catalina la Grande se cansó de tener que ir a Paris a ver algo interesante y decidió traerse todo el arte aquí a la vuelta de su casa. Este museo compite con el Louvre en magnitud y cantidad de obras y realmente te deja sin aliento, tanto el edificio como lo que está adentro.
Nosotros tuvimos la precaución de sacar los tickets por internet antes de ir para allá, que las colas para entrar eran infernales, y adentro estaba -literalmente- todo el mundo. Ahí además de volver a encontrarnos con los argentinos del día anterior vimos pasar delante nuestro cuanto tour lingüístico imaginable hubiera, incluso oímos hablar idiomas que creíamos ya extinguidos adentro del Hermitage!

Y como ocurre con el Louvre, uno ni loco va a mirar la colección entera del museo en un solo día, que imaginate tú que tienes un rollete con el hijo de la Catalina la Grande y que éste te invita a su casa, no va a a pasarse todo el día mostrándote cada una de las 800 habitaciones del palacio (y aquí guardamos la cubertería que usa la mucama de la mucama cuando ésta se enferma)... que no, uno elige un "tema" o alguna dirección y se pasea por ahí. Nos encontramos con algunos Rembrandts y Picassos por el camino, vimos un despliegue de objetos de arte de todo tiempo y lugar, y acabamos un poco cansados viendo arte sibérico para concluir que ahí en la Siberia no solo hay meteoritos sino también personas.

Y ya agotados de la visita y con un poco de tiempo justo como para volver a buscar nuestras cosas del hotel e ir para el aeropuerto, no quisimos despedirnos de este país super-interesante sin pasar antes por uno de los comedores que tienen los locales para ir a comer, que no vas a creer que en la época de Lenin o Stalin la gente iba a MacDonalds o Burger King.... No, hay unos comedores que no están muy publicitados donde por muy poco dinero puedes comer bastante bien. El lugar es como un tipico comedor estudiantil: hay varios platos, eliges, pagas (bastante poco) al final, te sientas en unas mesas y comes. No estuvo mal, de hecho algunos platos eran interesantes.
Hay que decir que en San Petersburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo vimos MUCHOS lugares MUY caros para casi cualquier cosa: restaurantes super lujosos, limusinas, hoteles de super lujo,.... y suponemos que hay un cierto porcentaje de la población local (rusa) que consume estas cosas (como los que vienen a Barcelonear, por ejemplo), pero el grueso de la ciudad nos dio la impresion de que tiene una vida propia que no es esto que vemos en el centro.
De hecho, viniendo en tren desde Veliky Novgorod pudimos ver las "afueras" de la ciudad y no nos encontramos con ningún arrabal ni villa de miseria ni nada por el estilo, pero sí que vimos edificios más del estilo "socialista" y demás. El centro de la ciudad se ve muy bien cuidado, pero una vez que uno comienza a mirar los pequeños detalles hay bastantes calles y aceras sin arreglar, muchos edificios tienen una fachada bonita pero por dentro están bastante deteriorados, Don se queja de que no hay reciclado de la basura... En fin, va a ser interesante ver a Rusia en los próximos años delinear su futuro, y seguro que San Petersburgo/ex Leningrado/ex Petrogrado/ex San Petersburgo seguirá siendo una ciudad vibrante como pocas hemos visto. Volveremos, pero quizas en primavera u otoño, que mucho sol también hace mal, y de hecho en Barcelona ahora mismo hace mejor temperatura que allí!

Pues aquí nos despedimos, disfrutad de las fotos que quedan y será hasta el proshen arret, до свидания!