martes, 8 de septiembre de 2009

Donald Carlos Sicilia (Sept 09)


Podría ser el título de la última película de Gudi Alen, pero ésta no va a tener ninguna guarrería, que bien dice la guia Frommer: "Gay and lesbian bars in Palermo are as scarce as a virgin at the Playboy mansion", así que esta historia no va de eso, y dice más o menos así: el primer fin de semana de setiembre pillamos Vueling nuevamente, nuestra aerolínea de bajo coste favorita, y nos vinimos para Palermo. "Hollywood?" preguntaría Susana. Pero no, era Palermo-Palermo. Una ciudad al oeste de la isla, con más de 600.000 habitantes y más de 3.000 años de historia.
Una de las cosas que -al decir de Magdalena tempranisimo- "llama poderosamente la atención" en esta isla es el superlegado de cuanta civilización pasó por allí: que ruinas griegas y romanas, que palacios del siglo VII, VIII, XV, iglesias-mezquitas... Es que esta isla está mas o menos en el medio del Mediterráneo, y queda claro entonces que todo barco que se mueve un poco por este mar choca con Sicilia. Así que las pinceladas culturales están por todos lados.
A veces queda como medio cutre tener un palacio medieval como muy guay justo al lado de un edificio que parece una residencia estudiantil de universidad de tercer mundo. Al decir de Don, Palermo parece "Buenos Aires meets Portugal". Una ciudad de edificios con bastante encanto, pero con aire como muy dejado todo (nunca entendí bien si la parte esa de "todo muy dejado" le toca a Buenos Aires o a Portugal, pero esa discusión la vamos a dejar para otro momento que ahora hay que clasificarse para Sudáfrica 2010).
A mi lo único que me hizo recordar a Buenos Aires de aquí fue el tránsito, que por primera vez en mi vida encontré algo PEOR que en la capital federal. La velocidad a la que iban los coches era la misma que allí sin importar si estás en una avenida o saliendo del parking, y además a eso hay que sumarle que hay motos circulando por aceras y peatonales, coches de contramano, peatones en la calle, y obviamente los pasos de cebra están -literalmente- pintados ya que nadie los respeta.
Lo interesante es que no es muy difícil entender la lógica del tránsito, y en un par de horitas uno aprende rápido a circular por la calle sin tener ningún problema (aunque vimos dos accidentes de tránsito en 4 días, lo cual es un poco como bastante). Para mi era como estar en Corrientes, donde los cruces peatonales no se respetan mucho y la gente coexiste con los coches por las calles. Solo que aquí los vehículos iban a 80 por hora en promedio.
No tardé mucho en familiarizarme con el tema y ya al segundo día incluso sabía a quién podía putear y a quien no. Creo que por primera vez en su vida Don comprendió por qué me costó tanto conseguir el carnet de conducir del estado de California. Es que con este background...
Volviendo a Palermo, en nuestra primera mañana allí conseguimos hacer un poco del walking tour recomendado por la Lonely Planet. Fuimos al mercato de la Vucciria que era más como un mercado de calle, un poco menos fancy que el nuestro. Allí pudimos encontrar los ingredientes típicos de la cocina local: tomate, berenjenas, pez espada, fideos frescos y secos, especias... Toda la materia prima que sería consumida más tarde.
Después nos dirigimos al Teatro Massimo, a rendir tributo a las célebres escalinatas donde cayó herida de muerte una hasta ese entonces desconocida Lucía Coppola en la escena final de El Padrino III. Como ya hacía en ese momento un calor infernal y el plan de ir a escondernos por un rato al Museo Archeologico Regionale no funcionó porque estaba cerrado por obras, pues pillamos trenitalia y fuimos para Trapani. "Paula?" Diría Susana. No, hija, no. Trapani city. En la punta oeste de la isla.
Aquí se estaba bastante mejor, y en el hotel había tele satelital y todos esos chiches (hay un canal Foxcrime en Sky con CSI, law&order, cold case y todos esos programas macabros las 24 horas, quelle horreur!). De aquí subimos a Erice, que está arriba del peñón que protege a la ciudad. Y dice la Lonely Planet que antiguamente Erice alojaba un santuario con prostitutas sagradas pero que la diversión se terminó con la llegada de la iglesia católica. Una pena, porque hubiera estado bien ir a ver a las chicas, pero en lugar de
eso ahora solo se pueden ver las ruinas del santuario y visitar 8 iglesias más que hay alrededor, todo por por 5 euros. Don aprendió en carne propia que no hay que subir a los campanarios a la hora del Angelus :-)
Y mientras disfrutamos de algunas imágenes de la dichosa Erice -que por cierto fue uno de los highlights de nuestra corta visita a la isla- un poco de idiosincrasia local. Primero, cero avistaje de la mafia. Había mucho tío guapo eso si. Que qué tiene que ver esto con la mafia? Es que cuando eramos pequeños mi tía Italia QEPD cuando quería decirnos "guapos" nos decía "mafiosos", así que yo crecía imaginándome a los integrantes de la societat honorata como chicos de almanaque.
En fin, que había mucho tipo guapo y también -ay, Magda como te extraño!- llamaba poderosamente la atención ver a mucho señor mayor acompañado por chica que parecía como muy mayor para ser su hija y muy menor para ser su esposa. Quizás los jóvenes locales tienen hijos pronto, o a lo mejor conservan la esperanza de que vuelvan a abrir el santuario de Erice para ir a loquear allí, pero ya maduros vuelven a sus cabales, se casan y siguen con su vida. No lo se, tampoco es que nos importaba mucho el tema. Pero es lo que se veía.
Algo con lo que sí nos encontramos bastante y que podría haberle hecho perder el humor a más de uno rápidamente, fue esa cosa que parece como "te estoy haciendo un favor" pero que... hmmm, favor?
Ejemplo número 1: preguntole a un guardia de seguridad en la estación de tren si puede indicarnos dónde queda la calle de nuestro hotel. El guardia me pregunta que a qué hotel vamos. Acto seguido, piensa un rato, me dice que lo acompañemos a la calle, hace parar un taxi que ya llevaba a dos mujeres adentro (?!), y le dice al taxista que nos lleve al hotel en cuestión. El remate final fue "vaya tranquilo, este es un vecino y conoce la zona". Las mujeres terminaron pagando 10 euros y nosotros otros 10.
Ejemplo número 2: otro taxi que vino a buscarnos al hotel. Le pedimos al taxista que nos lleve al restaurante XXYY y éste nos pregunta si tenemos reserva alli.
Le decimos que no. Entonces nos informa él que acaba de llevar a otro grupo al restaurante éste y que ya estaba lleno. Acto seguido se dirige al conserje del hotel para putearlo porque cómo nos va a mandar a ese restaurante sin haber reservado antes (el pobre conserje no tenía ni idea de adonde queriamos ir!) y le dice a él (no a nosotros) que nos va a llevar a la peatonal, que alli vamos a encontrar algún restaurante con sitio. Y así fue.
Ejemplo número 3 (sin taxi): momento cena en una trattoria. Pedimos una botella del vino tinto YYWW de la region, nos cae otro vino. Cuando le decimos al maitre que éste no era el vino que habíamos pedido, nos informa tranquilamente que el que habíamos pedido no lo tienen, pero éste es uno igual en calidad y precio.
Yo estoy super seguro que en los tres casos todos los actores obraron de buena fe. La teoría de Don es que los turistas caemos en la misma categoría que las mujeres de la isla: podemos expresar mas o menos lo que queremos, pero de última son ellos los que deciden.
También fuimos testigos de situaciones donde los afectados eran locales, como cuando íbamos en bus al funicular de Erice y el conductor iba hablando por movil mientras nos llevaba, así que ni caso que hizo al timbre de parada, y terminamos todos 1 kilómetro más lejos de donde queríamos ir. Ahi fue lindo ver a todos puteándose en siciliano...
Párrafo aparte para la comida local, que está MUY buena. Hay que tener un poco de tolerancia al ajo porque está en todos lados, pero no en cantidades excesivas así que se puede disfrutar todo. La pasta -fresca o seca- super bien. Después tienen unos platos que hacen con pez espada que es como el filet mignon del mar por estos lares, que es realmente muy fresco y queda muy bien. La cassata, fabulosa. Los cannoli, para morirse de diabetes ahí mismo. Curiosamente, en las panaderías hemos encontrado que los cornetti son lo más parecido a las facturas argentinas por aquí por europa. Sin dulce de leche, claro. Pero denle otros mil años a la isla y ya veremos :-)
Igual habrá que volver a Sicilia para continuar con el tour gourmet, porque si bien intentamos ir a todo lo recomendado por la Lonely Planet, todavía no conseguimos desbancar a este restaurante (in America, shocking!) como el mejor lugar de comida italiana so far.
Para nuestra próxima incursión tenemos que ir a la casa de alguna abuelita para que nos cocine y ahi si que llegaremos al (cinema?) paradiso...
Igual, pueden probar estas máquinas expendedoras de pizza "fresca" en el aeropuerto (tiembla pizza hut!).
Retomando el hilo, que esto ya se hace largo y falta el último día, que decidimos parar en Segesta, que no se por qué pero cuando Michael se enteró que íbamos para Sicilia no paró de insistirnos en que vayamos allí y resultó ser una buena idea.
Que hay unas ruinas grecorromanas muy bien conservadas, quizás de las mejores que vi en la zona Mediterránea.
La zona también parece ser un complejo religioso pero todavía no se sabe bien de qué, y hay cosas sin terminar que llegaron los de Cartago o algo así y se terminó la paz. Pero -al igual que en Erice- todos estos edificios están sobre una colina, con unas vistas fabulosas, así que ya estar allí es un plus.
De Segesta, tren a Palermo que hay que aprovechar y tomar el tren todo lo que se pueda si no quieres morirte de un ataque al corazón arriba de un bus o taxi circulando a cinco mil por hora esquivando todo bicho que camine.
Última noche en Palermo con super cena con antipasto y todo, y de regreso a casa nuevamente via Vueling. Hay que volver, claro. Que solo vimos un 2% de la isla, pero para la proxima necesitaremos aquilar un coche, y cruzar los dedos.
Hasta el proshen arret...