lunes, 6 de junio de 2016

Zagreb, Zagreb (Jun 2016)

Bok!

El verano se está acercando al hemisferio norte, y con él las ganas de escaparse por allí a visitar esos lugares adonde el low cost te permite llegar un poco antes de que la calor no nos deje ni imaginarnos andar trabajando de turistas por allí.

Y hete aquí que una vez más decidimos pillar Vueling, nuestra aerolínea de bajo coste favorito de estos días, para ir a conocer Zagreb, la capital de Croacia, en la parte oeste de los Balcanes. Y es que ya habíamos estado en la costa mediterránea de este país tiempo atrás, pero quedaba llegarnos hasta el corazón de Croacia para ver que tal, que dicen que son muy distintos. Y hacia allí fuimos.

La primer sorpresa del viaje fue descubrir que si bien Croacia forma parte de la Unión Europea desde hace rato, todavía no está en la zona Schengen, la de libre tránsito. Entre este detalle y el hecho de que exactamente la mitad del equipo que escribe este blog no tiene ciudadanía europea todavía, no pudimos hacer check in en línea de nuestro vuelo, lo cual nos llevó a un pequeño madrugón el día de partida que recuperamos durmiendo una siestita en las 2 horas de vuelo que nos llevó el transporte.

Ya llegados al aeropuerto de Zagreb y pasado por una de esas máquinas maravillosas que te dan billetes a cambio de que les escribas un código secreto de 4 dígitos, comenzamos nuestra visita a la capital de Croacia. Del aeropuerto nos dirigimos en bus hacia el centro, y allí tram mediante llegamos hasta nuestros aposentos, que habíamos alquilado un pequeño departamento por 3 noches cerca del centro.

La primer sorpresa del día fue enterarnos que nuestro "pequeño apartamento" era en realidad la mitad de la planta baja de una casa enorme de unos 3 pisos que estaba vacía y tenía un aspecto de semi-abandonada. O sea que nos pasamos unos 3 días solos en un lugar que podría haber sido la residencia de los Adams, pero con todas las comodidades que uno se puede esperar encontrar en un lugar así, desde wifi hasta tv con cable.

Lo bueno de tener tu alojamiento cerca del centro de la ciudad es que puedes ir caminando a todos los sitios interesantes, que casi todos están en el centro-centro y muy cerca unos de otros. También hay sitios para irar y ver alrededor del núcleo urbano, como unas montañas que están ahí al lado nomás. Pero eso lo dejamos para otra visita, que en esta primera nos dedicamos a conocer, descansar y relajarnos.

Así fue como nuestra primer actividad fue ir al restaurante más próximo a nuestro domicilio a degustar platos locales. Que no estamos aquí en el Mediterráneo y no se espere uno grandes sorpresas gastronómicas, que ya se sabe que cuanto más al norte te marca el compás, más grasas y patatas te aparecen en el plato.

Pero igual disfrutamos con unas sopas de tomate y carnes a la brasa que no estaban mal. Aparentemente los platos principales siempre vienen con algun carbohidrato que los acompaña, y encima hay que pedirse una ensalada o te miran raro l@s camarer@s.

Acabado el bacanal fuimos a pasear por el centro de la ciudad. Las guías de viaje ya lo indicaban y así lo confirmamos: en junio hay una lista grande de festivales en Zagreb: de música, de cine, de bicicletas, del orgullo,...

Nos acercamos a uno de los stands donde prometían música más tarde, nos informamos con algunos panfletos que había allí, y luego nos dirigimos hacia la catedral de la ciudad, que es imponente y se ve desde casi todos los puntos de la misma. Por adentro es como cualquier iglesia de las tantas que pululan por este continente, con algunas inscripciones hechas en el antiguo lenguaje escrito local.

Luego de la visita religiosa fuimos a por un café que nos estábamos durmiendo, y una vez recuperadas las energías nos dirigimos a un parque en los alrededores de la catedral que estaba bastante bien. Todo es muy verde por aquí y se nota que llueve mucho ya que en cada uno de los días de nuestra visita tuvimos unos 30 o 40 minutos de chaparrón intenso para luego dar lugar al sol.

Del parque nos volvimos poco a poco hacia nuestra mansión abandonada, que queríamos reposar un poco antes de la noche que ya nos estaba invitando a ir de conciertos varios. En el camino de regreso a casa nos hicimos de vino local y también de fresas (frutillas) muy rojas y muy sabrosas. Sin comparación con esas de invernadero que nos aparecen los 365 días del año en la verdulería más próxima a nuestro domicilio, éstas eran magníficas.
Hecha la siesta en nuestros aposentos y sin fantasmas que reportar, pasado el primer chaparrón, salimos a disfrutar la noche Zagrebina. En algunos puntos de la ciudad habían conciertos al aire libre, en otros las actividades se habían suspendido por lluvia.
Nosotros estuvimos primero en uno donde tocaba un grupo temas musicales un poco folclóricos (aunque luego se pusieron con unas rancheras mexicanas), y luego acabamos en una plaza donde un coro estaba cantando gospel con bastante gracia. Más gracia tenía Don cantando en simultáneo con ellos su versión profana de estas canciones, donde se reemplaza "amen" por "hey men!" y "Jesus" por "Baby".

Acabado el concierto de gospel que fue propiamente acompañado por cerveza local (que estamos cerca de Alemania por aquí así que las costumbres no difieren mucho de las de allí en lo que se refiere a bebidas), cenamos en un lugar de esos de comida al paso.
Nos hicimos de unos bocadillos (sandwiches) de carne a la parrilla que estaban buenos y parecían bastante locales. Al menos eran populares entre los locales ya que había cola para conseguirlos a las 11.30 de la noche. Para conciliar el sueño acabamos en un bar de esos que te dicen que hay que ir, pero no había mucha gente y nosotros estábamos cansados así que fuimos a dormir temprano ese día.

La mañana siguiente nos encontró más descansados y con ganas de emociones culturales, así que luego de un late breakfast donde el elemento principal fueron obviamente las fresas rojas, oscuras y dulces, nos dirigimos hacia el Museo de Tecnologia Nicolas Tesla, que se ve que Tesla era croata y motivo de orgullo para los de este país. El lugar era interesante, muchos motores y esas cosas que a Don le gusta ver.
De allí nos dirigimos hacia el Museo de Etnografía donde pudimos apreciar vestimentas típicas y elementos propios de la cultura local, así como una muestra de fotos de pobladores rurales que tenía bastante gracia.

Acabado el baño cultural matutino, paseamos un rato por el Jardin Botánico que el calor estaba comenzando a apretar y había que apaciguarlo un poco de alguna manera. Luego fuimos a comer a un restaurante donde la comida no era espectacular pero al menos era barata, y de allí nos dirigimos a visitar otro museo, el arqueológico, para encontrarnos con una buena colección de elementos egipcios, griegos y romanos. Y no es de extrañar que hayan cosas griegas y romanas en los museos de por aquí, que Croacia está geográficamente cerca de ambos lugares y tuvo mucho contacto cultural y comercial con ellos.
Exhaustos de tanta cultura, nos sentamos a cafeinarnos un poco en uno de las miles de terrazas que hay por aquí. El café parece ser el deporte favorito de esta ciudad, que siempre puede encontrarse un bar en casi cualquier punto cardinal. Repuestos del cansancio cultural, comenzamos a adentrarnos en la "zona de arriba" de la ciudad, que es adonde están los edificios más emblemáticos y varios museos más.
Atravesamos la plaza donde funciona el mercado de frutas y verduras de la región cada mañana, y nos perdimos un poco entre terrazas y restaurantes hasta llegar a un parque. Allí comenzamos a ascender hasta la parte alta del pueblo, y nos encontramos con la iglesia de San Marcos que es muy bonita y fotogénica.
Luego nos acercamos a uno de los extremos de la zona alta donde pudimos ver la ciudad desde arriba y tomar algunas fotos.
Pasamos por delante del Museo de las Relaciones Rotas, pero no nos animamos a entrar que estas cosas después pueden traer mala suerte, nosetú. Igual el precio también era bastante más caro que los otros museos, así que quedará para otra oportunidad esta visita, o quizás nunca.


Cansados y contentos de tanta caminata y tanto museo, comenzamos el regreso hacia nuestra mansión destartalada bordeando la zona alta, y con la ayuda del GiPieSe conseguimos retornar con éxito a nuestro domicilio luego de habernos perdido por parques y calles extrañas que serpentean en cualquier dirección.
Ya en casa,  haciendo un rato el perro se nos hizo la noche. Elegimos como lugar de cena uno de esos restaurantes recomendados, y no salió mal el plan aunque la comida local es un poco pesada para un estómago mediterráneo. De allí fuimos nuevamente de bares y demás, y regresamos a casa tarde con la ropa llena de humo, que aquí te dejan todavía fumar en bares y restaurantes,... y la peña parece ejercitar su derecho con entusiasmo.


Nuestro último día completo en Zagreb lo dedicamos a bajar el resacón con un poco de mate, para luego enfilar nuevamente hacia la zona alta de la ciudad. Allí disfrutamos un rato del mercado, y luego nos dirigimos hacia la zona de la iglesia de San Marcos, adonde vimos la ceremonia del cambio de guardia del mediodía.
Sentimos un poco de pena por los tiarrones esos que estaban ahí haciendo el numerito bajo un sol que abrasaba la piel, y ellos portando todavía el modelito de guerra de invierno. Cuanta injusticia hay en este planeta todavía...

Acabados de deleitarnos la vista con tanta hormona junta disfrazada ahí bajo el sol radiante de junio, nos dirigimos al Museo de Historia de la ciudad que tiene una colección muy interesante sobre la vida en Zagreb en 1945, el año en que acabó la Segunda Guerra Mundial y que fue crucial para el futuro de esta/e ciudad/país. De allí fuimos a conocer el Museo de la Ciudad de Zagreb que también merece la pena visitar, con muchas salas que te van paseando por la historia de esta muy atractiva urbe.
Acabamos las visitas contentos y con hambre, y nos dirigimos a un restaurante de lujo-lujo a darnos un bacanal de despedida de esos que valen la pena: que quesos trufados, que carne cocida lentamente, que confit de pato, que pasta hecha por la abuela de alguien de por aquí, que vino bueno de la región,.... acabamos con el estómago lleno y el corazón contento, y comenzamos a enfilar el regreso hacia nuestro apartamento porque habían unas nubes que nos estaban amenazando. En el camino nos hicimos de una caja más de fresas, que ya se nos habían acabado las del día anterior.

Pasada la lluvia y ni bien entrada la noche, decidimos cenar livianito porque todavía nos pesaba la comida del mediodía, y caímos a un pub de esos que fermentan su propia cerveza y preparan sus propias salchichas... y al diablo con el plan de la cena light! Que entre salchichas varias, goulash con pasta y unas especies de canelones pero rellenos de un queso muy suave como la ricotta, volvimos a salir rodando de allí directo a casa a dormir la mona.
En nuestra última mañana en Zagreb nos dedicamos a acabarnos las fresas, comenzar a hacer el bolso, buscar estampillas para enviar postales en la oficina de correos del barrio,... y comenzar a deshacer nuestro camino de llegada, tram primero y bus despues hasta el aeropuerto adonde nos esperaba nuestro Vueling de regreso a Barcelona con un servicio de azafatos all-male que suponemos es una muestra de que la discriminación por sexos comienza a ser algo del pasado.
Y ya llegados a casa y desarmando el bolso, la mitad más uno de los miembros del equipo de redacción de este blog coincide en que Zagreb es una ciudad tranquila e interesante, con mucho para ver y disfrutar. Vale la pena una visita de finde largo, o extenderla un poco mas y conocer también las montañas de alrededor. Definitivamente recomendable. Y aquí os dejamos con algunas fotos más para que la conozcáis mejor, y nos despedimos hasta el proshen arret... Zbogom!



















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