martes, 22 de marzo de 2011

Ibiza (Mar 2011)

La primavera ya está aquí, y va siendo momento de desempolvar los abanicos. En estos tiempos de tanta incertidumbre donde se mezcla mucha catástrofe natural con dictadores malévolos como una yarará que hay borrar de la faz de la tierra, el Departamento de Estado, con ese toque maternal que le caracteriza, quiere demostrar que no descuida a ninguno de sus ciudadanos, incluso a aquellos quienes por motivos que no viene al caso tienen que vivir lejos de la madre patria.

Y así fue que nos llegó el encargo de ir a visitar a Martin y a Silke que están pasando el mes de marzo bajo el sol de Ibiza. El viernes pillamos Vueling en horario low cost, y 30 minutos más tarde ya estábamos del otro lado del charco. Lo bueno de ir a Ibiza en época low cost es que todo sale barato: el vuelo, el coche, la comida,... y además como está casi todo vacío te puedes alojar adonde quieras por un precio irrisorio. Nosotros estuvimos parando en una finca en la zona hippie de la isla -que nunca supimos bien cual era pero seguro que estábamos ahí adentro seguro.
En el lugar habían 5 perros, algún que otro gato, 2 gallinas y una cerda que se paseaba por sus habitaciones como -literalmente- chancho por su casa. Y después había mucho de todo: una carpa-bar con mesa de billar, parrillas, huertas, e incluso esta especie de estanque estilo budista que tenía sus riesgos porque parece que como se acercan pájaros a comer los peces del estanque, para prevenir estos hechos pusieron un detector de movimiento que te tira un chorro de agua ni bien pones tus pies sobre la plataforma de madera. Después ya no te quedan muchas ganas de meditar, pero seguro que calor no tendrás.
Pues como veníamos diciendo, que lo bueno del Ibiza low season es que todo lo barato ocurre en esta temporada, que ya nuestro primer mediodía en la isla tuvo su premium de paella gratis, gentileza del chiringuito de no se quién que inauguraba la temporada con una paella para todos los vecinos ese mismo día, y que además estaba muy buena, ahí sobre la playa, con un solcito de 20 grados y disfrutando il dolce far niente... Prizeless. Terminado el convite, los germánicos se quedaron a tomar sol en la playa del chiringuito y los americanos decidimos ir de caminata visitando otras playas de la zona. Y suerte que llevamos GPS que si bien la isla no es muy grande, igual no es trivial dar con el paradero al que uno quiere ir ya que las casas están como muy dispersas entre sí, hay urbanizaciones que no figuran en los mapas, y como estamos en temporada baja está todo como medio desierto así que no hay mucha gente a quien preguntar dónde quedan las cosas. También se ha de añadir que una buena parte del público allí presente no habla castellano, lo cual también puede ser una complicación.
Al día siguiente fuimos a un mercado hippy, que no es muy distinto de los mercados de artesanías que uno conoce, y tampoco es que uno va a encontrarse allí con seguidores de la primera hora de Joan Baez ni nada por el estilo. Es más, hasta se podría decir que había mucho argentino dando vueltas por allí pero no podemos ahondar mucho en el tema porque después viene la ministra de la igualdad, nos acusa de racistas, nos cierra el blog y nos hace pagar una multa; y estos no son tiempos de andar debiendo dinero a nadie. Del mercado hippy nos fuimos de caminata por unas colinas (aquí nada es mucho más alto que 200 metros sobre el nivel del mar así que tampoco penseis que estabamos de gran montañismo por estas tierras) llenas de pinos que parece que son autóctonos de estas islas (de hecho la Wikipedia te cuenta que estas islas se llamaban Pitiusas porque tenían muchos pinos), para acabar en una de las tantas miles de calas/playas que están escondidas por allí. Tiene unos colores muy lindos el Mediterráneo en esta zona -como un azul muy azul- que hace que los paisajes y las vistas sean realmente atractivos. Esa noche fuimos a cenar a un restaurante de comida típica (whatever that means), de la que podemos recomendar el frito de pulpo. Suponemos que el bullit de peix habrá sido lo más de lo más, pero tampoco es plan que un plato te salga más caro que el billete aéreo!

Lo que sí nos salió más caro que el Vueling Barcelona-Ibiza fue el ferry Ibiza-Formentera, pero suponemos que el low cost es así y no nos hacemos tanta pregunta, que el domingo por la mañana pillamos el superjet hacia esta isla y fuimos a pasar el día allí. No es muy grande Formentera, así que si vas en coche como que en 20 minutos ya la habrás recorrido por completo, o sea que te conviene o bien moverte por agua en velero, kayak o vehículo equivalente, o pillar bici y darle al pedal por el interior. Nosotros optamos por lo segundo, primero por barato, y además no había mucha oferta de alquiler de equipo acuático en temporada baja. También queríamos recorrer la parte de adentro de la isla, y tanto Ibiza como Formentera son bastante planas, así que andar en bici hasta puede ser una experiencia muy agradable y con poca demanda física. Como ya es habitual, nos encontramos con una vía romana por allí (¿por dónde pasa el tren que va a Roma preguntará Susana?), algunas ruinas púnicas y otras más de tipo bizantinas, así que claramente no somos los primeros en visitar la isla esta ni -esperamos que no hayan tsunamis en el corto plazo por aquí- tampoco los últimos.
Y aquí viene el consejo útil para la dama y el caballero: si van en plan paseo por Formentera en temporada baja, asegurarse de venirse con provisiones, que a nosotros el mediodía nos pilló en la zona alta (la Mola), que estaba literalmente vacía de restaurantes y demás, así que tuvimos que almorzar galletitas dulces con mate. Igual, pudimos sobrevivir a la aventura e incluso regresar desde Formentera con el atardecer cayendo sobre las islas. Una linda postal, por cierto.
En nuestro último día, volvimos a meternos en unos senderos de esos que solo figuran en las guías de los alemanes (curiosamente ni la Lonely Planet ni las guias en ingles o castellano que uno busca en línea tienen descripciones de senderos para hacer en la isla), para terminar en un acantilado donde vimos gente haciendo montañismo, pero nosotros enfilamos directamente para el mar. Hacía muy buena temperatura y si bien el agua todavía está bastante fría como para darse un chapuzón, sí que pudimos quedarnos al costado del agua, tirados en las rocas como lagartas, tomando sol y haciendo picnic allí mismo.
Ya más caída la tarde comenzamos a trepar nuevamente el acantilado para subir hasta una torre que estaba en la cima, y desde la cual se tenía una visión entre paradisíaca y apocalíptica de la caída del sol. Allí nos dedicamos a tomar mate, escuchar las olas romper contra las rocas, sacarnos fotos varias y comenzar con nuestras despedidas, que ya tocaba volver a Ibiza city para despedirnos de Martin y Silke y comenzar a desandar nuestro camino: que echarle gasolina al coche de alquiler, que devolverlo, que check in en linea, que todos a bordo del avión, que despagamos...30 minutos más tarde ya estábamos con los pies en Barcelona, sacándonos la arena de nuestros zapatos. En verdad, esta Ibiza es bastante distinta de la que la peña disfruta en julio/agosto, y ya es la segunda vez que vamos a la isla en temporada baja, y como que la disfrutamos bastante así que supongo que repetiremos, nuevamente en temporada baja que para marcha ya tenemos Barcelona. Disfrutad de las fotos que quedan, y será hasta el proshen arret.