domingo, 21 de abril de 2013

0 bodas y 1 funeral (Londres, Abr 2013)

Cup o' tea?
Su Majestad The Extra-Ordinary Elizabeth II de Windsor está acabando uno de sus varios jubileos justo cuando Carlos se prepara para el primero de los suyos. Será quizás por eso que de un tiempo a estos días se le ha pasado a él por la cabeza reencontrarse con todas las mujeres de carácter fuerte que han pasado por su vida, y esta vez tocaba ir al funeral de una de ellas. Que si la transmisión en directo de Sky hubiera comenzado antes de las 9 de la mañana del pasado miércoles, más bien sobre las 5 am GMT-1, las cámaras se habrían encontrado con Carlos y Don subiendo a un taxi en la puerta de su casa, en la dirección del aeropuerto de Barcelona, Terminal 2.

Y ya la taxista le hizo notar a Carlos que su bolso no cumplía con los máximos tan mínimos requeridos por Ryanair, pero como siempre acude Don al rescate, haciendo el trabajo duro de compactarlo hasta convertirlo en casi equipaje de bolsillo. Que el Supremo le conceda muchos años más de salud a este chico que es más útil que 3 navajas suizas juntas en tu equipaje de mano.
Y fue Don quien sugirió que el estado debería cobrar un impuesto sanitario a Ryanair, que la gente pasa tanto stress en las ventanillas, y gritos de que "te voy a poner un abogado ahora mismo, hija de perra", o comentarios tipo "que no ves que la maleta casi entra en la caja esa? Que quieres? Que me ponga toda la ropa que llevo allí ahora mismo?" y cosas por el estilo. Esta compañía aérea definitivamente está perdiendo puntos en nuestros 40 principales, y como protesta decidimos no comprar arriba del avión la promo de 2 tarjetas "Rasca y gane" por el precio de uno, o 7 por el precio de 5.

Dos horas más tarde ya habíamos aterrizado en el aeropuerto de Stansted, y via el Stansted Express, unos 45 minutos después ya estábamos en el corazón de London City, comprando la tarjeta Oyster Card. Que te conviene toda la vida sacarte la Oyster Card cuando estás por aquí, que casi todo el transporte público te sale más barato (igual es caro todo por aquí) con la Oyster Card, y la puedes devolver antes de irte de allí y ellos a cambio te devuelven el dinero que no has gastado y también el depósito.

Munidos de la oystercard montamos en el tube, y tardamos un rato en llegar a la casa de nuestros hosts, pero con tiempo suficiente como para dejar el bolso, relajarnos un poco y volver a salir ya prestos a ir a rendir tributo a la baronesa Margaret Hilda Thatcher Q.E.P.D., que su funeral comenzaba a las 11 de la mañana. Por el cambio horario y esas cosas, decidimos desayunar primero un típico revuelto ese de huevos, salchichas, bacon, habas y todas esas cosas que comen los ingleses por la mañana. Lo hicimos en un café del barrio, coincidiendo nuestra comida con el inicio del funeral transmitido en directo para todo el país. Por respeto a la difunta y temor por la propia vida, Carlos pidió a Don que no hiciera mención pública de ninguna de sus nacionalidades dentro de la taberna, que había gente que seguía la transmisión hasta con respeto y no queríamos acabar a las trompadas.


Promediando el funeral que venía desarrollándose con precisa puntualidad según el cronograma, ya habíamos acabado con el desayuno. Así que enfilamos hacia la catedral de St.Paul, que allí ocurrían las exequias. Llegamos con tiempo como para ponernos en una de las barandas laterales, y ahí la vimos salir adentro de una caja entrapada con la bandera del imperio a toda velocidad que ni nos dio tiempo de tomarle una foto. Detrás, también rapidísimo, vimos pasar a Elizabeth II -"in black and dignified as ever" segun relataron los periódicos esa misma tarde- acompañda de su marido y con destino incierto. Alguien gritó "Long Live the Queen", que pensamos que era un grito que se dice cuando se ven esas cosas, pero solo le siguieron varias carcajadas de la audiencia así que no sabemos qué debemos concluir de este acto.

Ya rendidos nuestros respetos a la difunta, nos fuimos a tomar mate del otro lado del Támesis a esperar que acaben de salir todos los deudos y se relaje un poco el impresionante operativo de seguridad que había en ese momento en la city. Antes de ello, nos echamos una siesta en uno de los parques que habían por ahí, que todo el mundo se queja de que en Londres el clima es horrible, pero fijate tu que cada vez que vamos nosotros hay sol por todos lados. Nosotros debemos ser como Chiquita Legrand para esta ciudad, le traemos suerte cada vez que pisamos las orillas del Támesis.

Acabada la siesta y el mate, cruzamos el puente del milenio y nos dirigimos nuevamente hacia Saint Paul que ya estaba cerrada. Todas las vallas alrededor habían desaparecido. Caminamos un poco por la city, recogimos información sobre eventos culturales varios en un puesto que había ahí al lado de la catedral, y acabamos la noche cenando en un restaurante del Borough Market, donde por una de esas extrañas casualidades de la vida el vino que acompañaba la cena era un malbec argentino, y el menu venía acompañado de unas frases alusivas a Domingo Faustino Sarmiento. ¿Habrá sido un último homenaje a la baronesa Thatcher, tal vez? Nunca lo sabremos porque no preguntamos. De alli retornamos a nuestros aposentos cansados de tanta emocion vivida en nuestro primer día en London City.

La mañana siguiente nos vio subiendonos al bicing de Londres, que a diferencia del de Barcelona es abierto para todo el mundo y por solo 2 libras al día puedes bicicletarte todo el centro de la ciudad. Nosotros incluso tuvimos un deal mucho mejor, que nuestros hosts nos prestaron sus tarjetas personales de bicing así que nos salió literalmente gratis la aventura. Y no es trivial andar en bicicleta o en cualquier otro vehículo en Londres, que como todo el tránsito va "por la izquierda" cuesta un poco acostumbrarse a esa regla, sobre todo en las curvas y rotondas.
Después de perdernos un rato acabamos en Covent Garden donde había un mercado de comidas preparadas artesanalmente. Carlos se tentó con un choripán argentino, y Don obviamente fue a por la carne de cordero "free range" local.

Desde allí fuimos caminando hasta Leicester Square, donde conseguimos entradas a mitad de precio para ver el musical de Billy Elliot esa tarde misma. Como se largó a llover un poco, decidimos pasar el rato en la National Portrait Gallery, que es realmente interesante si uno quiere saber quien es quien en la historia del casi doble-milenario Reino. Allí descubrimos que a menos de 48 horas de su funeral ya le habían puesto año de fallecimiento al cuadro de la baronesa Thatcher, que las damas Judi Dench y Maggie Smith nacieron el mismo año, que David Beckham ronca cuando duerme (!?) y también descubrimos un cuadro imponente de la flamante Kate Middleton, todavía sin fecha de deceso así que tendremos que volver por aquí para más actualizaciones sobre el tema.

Un par de horas después, saturados de tanto retrato y fotografía, decidimos hacer un tentempie de dim sum en el barrio chino, que Londres es un buen lugar para venir a probar comida de sus ex-colonias aunque todo aquí es mucho mas caro que en cualquier otro lugar del planeta (excepto quizás Moscú y el norte de Europa), pero aún así la comida china es relativamente barata comparada a las otras. Acabada la pausa gastronómica, caminamos un poco hacia la zona de parques, pasamos por Buckingham Palace justo sobre la hora del te. La bandera indicaba que la reina estaba "in palace" pero nadie salió a recibirnos. Ella se lo pierde. Y si en nuestra última visita imaginamos un reality donde su majestad enseñaba a las niñas inglesas a vestirse bien, ahora tenemos otra propuesta que seguramente a Endemol le interesará desarrollarla un poco más y sería con seguridad un éxito de teleaudiencia.
El show se llamaría Yo quiero tomar la leche con la reina, featuring su majestad herself, e iría a las 5 en punto de la tarde por la BBC. Allí veríamos a Elizabeth II aparecer toda de negro y dignified as ever rodeada de un montón de niños que la escucharían dar ordenes del tipo: "one, two, three... a tomar la leche!" "No, me arrepentí, a comer biscuits!" Igual ninguna idea por más genial que sea va a mejor la aparición estelar de su majestad Elisa en este clip.

De Buckingham Palace nos dirigimos hacia el Victoria Palace, que es el teatro donde nos tocó ver Billy Elliot, que estuvo bueno, aunque el musical del momento en Londres es "The Book of Mormon" que obviamente ya tiene todas sus entradas agotadas. Ya nos tocará verlo de aquí a 3 años en low cost, paciencia. De Billy Elliot hemos de decir que fue interesante el hecho de que el musical hace referencia a la difunta Thatcher en casi todo momento, así que no supimos si reir o llorar con esas canciones. En breve seguro aparecerá The Iron Lady hecho musical, y a ver cómo se las apaña la Meryl Strip para cantar "There is no such thing as society". Acabado el musical, como que ya era tarde y hacía frío, nos comimos unas típicas pasties de esas que se comen en ese país, una especie de empanadas pero más grandes y rellenas con varias cosas un poco picantes. Luego de la cena, enfilamos nuevamente para lo de nuestros hosts a dar por acabada la noche.

La mañana siguiente comenzó  nuevamente con un potente desayuno inglés de esos que te dan energía para todo. De allí nos dirigimos nuevamente hacia la catedral de St. Paul, que nunca habíamos estado adentro y la transmisión televisiva del funeral de Margaret Hilda nos hizo concluir que las 16 libras esterlinas por barba que cuesta la visita quizás valga la pena. Y no fue dinero echado a perder, que el lugar realmente vale la pena, y el ticket viene con visita guiada, y te enteras estando ahí adentro que la pila bautismal que está en la puerta no siempre estuvo allí, que cuando la pobre Diana Spencer Q.E.P.D. cruzó la nave central allá en 1981 camino hacia su infeliz matrimonio, que lo pudieron hacer ella y su larguísima cola de novia sin tener que esquivar esa pila bautismal que el ataud de la pobre baronesa M.T. tuvo que sortear a las 11.05 am del miércoles.

Es muy bonito el templo, y tiene miles de historias guardadas y personajes célebres británicos enterrados allí. Y como prueba irrefutable de que Carlos llega a su jubileo en excelente estado físico (y también espiritual apunta su madre), subimos los más de 500 escalones hasta la tercera de las cúpulas, desde la cual se tienen unas vistas panorámicas impresionantes de London city.
Dos horas después, agotados y exhaustos luego de tanta caminata y tanto vitral, tumba y cacharro visto, nos detuvimos a matear esta vez en los jardines de St. Paul, que se estaba bien afuera. De allí cruzamos nuevamente el puente del Milenio y nos dirigimos hacia el Tate Modern, que los viernes y sábados está abierto hasta las 22 hs y tiene infinidad de cosas interesantes para ver, y artistas clásicos como Picasso o Miró, y también hay otros que no tenemos ni idea de quiénes son ni por qué están allí, pero como el edificio es muy grande, suponemos que hay espacio para todos.

De regreso a lo de nuestros hosts, aprovechamos para sacarlos a cenar "comida local" que no es tan mala, solo hay que saber encontrarla y disfrutarla. Y seremos audaces pero no kamikazes, que al vino británico no nos animamos, nos conformamos con un shiraz australiano que no estaba mal, seguido de un malbec argentino un poquito mejor.

A la mañana siguiente nos sacaron a conocer el mercado del barrio, del cual no podemos decir mucho porque tampoco vimos mucho ya que ellos solo fueron a comprar pan y después se volvieron a casa. Nosotros pillamos bicis, cruzamos el London Bridge y nos dirigimos hacia el Museo de Londres que realmente vale la pena verlo. Uno aprende de todo sobre la vida en ese lugar, incluso que antes que hubiera gente viviendo allí, y cuando las islas estaban unidas al continente, resulta que el Támesis era un afluente del Rin, fijate tú lo que son las vueltas de la vida.
La exhibición es bastante completa, pasando por romanos, vikingos, sajones, Elizabeth, Victoria... y acabando con una parte dedicada a los juegos olímpicos del 2012 donde se puede ver todo el esfuerzo que han puesto los londinenses para que ese evento saliera tan bien como salió, y que la ciudad se luzca como ninguna.

Del museo nos encaminamos a nuestro segundo evento cultural. Y se ve que nuestra semana cultural en Londres estuvo dedicada a "niños pertenecientes a sufridas minorías" porque fuimos a ver la obra de teatro (que no es un musical todavía, pero ya lo será tarde o temprano) The Curious Incident of the Dog in the Night-time. Haciendo juego con la obra, en el teatro todas las butacas numeradas con números primos estaban resaltadas en  blanco, y al final de la obra los que fuimos pacientes y no abandonamos el recinto nos ganamos una demostración en vivo de que todo triángulo de lados n^2-1, 2n y n^2+1 es rectángulo. A los dos nos gustó la obra,  muy ingeniosamente puesta en escena ya que el tema en sí es bastante delicado de "visualizar".
Acabado el evento, y como estábamos en zona de ambiente, nos metimos en el Soho que es el barrio donde nos alojamos la otra vez que estuvimos aquí, y bareamos un poco hasta que llegó la hora de cenar, que esa noche tocaba comida india que también es muy genuina, picante, y relativamente barata. Allí uno de nuestros hosts nos enseñó a tomar el bus de 2 pisos, que realmente es muy práctico andar en ese bus que es frecuente y casi la mitad de barato que el metro, así que nos volvimos adictos a usar ese medio de transporte hasta el final de nuestra estadía, unas 16 horas después.


Y ya llegados al domingo, luego de un lento despertar, desayuno y mate en casa, salimos a caminar por el barrio bajo un sol radiante, que ya lo dijimos antes y lo volvemos a repetir aquí: nosotros traemos suerte a Londres, y nuestro recuerdo de esta ciudad es siempre bajo un sol radiante.
Por más que la noche anterior nos encontramos con varios en esos bares que decían que este invierno fue el peor de los peores, y que pensaban mudarse de allí pronto o sino se morirían de depresión, que no. Para nosotros Londres tiene tanto sol como la Costa Dorada y punto. Caminando por ahí coincidimos con la Maratón de Londres que tenía tanta o más seguridad que el funeral de Margaret Hilda debido a los acontecimientos que son de público conocimiento. Nosotros para evitar que nos reviente ninguna cacerola made in Spain cerca nuestro, nos mantuvimos siempre alejados de la recta final y fuimos a ver pasar los  el Tower Bridge, pero se ve que llegamos un poco tarde porque ya los que estaban pasando por allí iban todos en sillas de ruedas o eran ciegos.
Igual hicimos nuestra caminata alrededor de un soleadísimo Támesis, volvimos a cruzar para meternos en el Borough Market que estaban de gran celebración de Saint George así que había como una fiesta gastronómica allí, nos probamos el choripán de venado que no estaba mal, aunque la ensalada que lo acompañaba era de pura rúcula, que provocó el rechazo de Carlos.


El dia de Saint Georges coincide también con el cumpleaños (bueno, años ya no cumple porque está muerto) de William Shakespeare, y por tal motivo el Shakespeare Globe Theatre había abierto sus puertas y pudimos disfrutar de obras "in rhymes" al aire libre, trucos de magia, mentalismo y cosas que se ve que ya se hacían en la época de la reina Elizabeth, la anterior a ésta.
Y de allí poca cosa más, bici hasta los aposentos de nuestros hosts para sacar el bolso a la calle, y con el 78 llegar hasta donde el Stansted Express nos iba a recoger para ir nuevamente al aeropuerto, a sufrir a Ryanair por una hora y cincuenta minutos más.
Por suerte conseguimos esta vez asiento con ventanilla y al que parece que hay que darle también un bono de tratamiento antiestress es al pobre azafato que en algún momento se salió de si mismo de tanto desorden y tanto bulto no reglamentario. Al menos no le cobraron 45 euros a él por exceso de equipaje! El próximo domingo es la entronización de Máxima de los Países Bajos pero a esa la veremos por la tele nomás. Disfrutad de las fotos que siguen, y será hasta el proshen arret.




























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