martes, 24 de abril de 2012

Roma ese amoR (Mayo 2012)

Ciao, stronzi!
El low cost nos ha llevado en esta oportunidad a la ciudad eterna, a la capital del mundo, a l'ombelico del mondo, a la fabrica central de ruinas que se repartieron por todo el Mediterraneo allá lejos y hace tiempo...
Que cómo hemos hecho para no estar todavía repuestos del viaje anterior y ya partir para el siguiente? La culpa de todo la tiene la "Comune di Rome", que lo tiene a Carlos como hijo dilecto así como a Rómulo, a Remo, a la loba, a Nerone,... y cada vez que Carlos quiere hacer algún trámite en el consulado local le echan la culpa a Roma y así fue que decidimos ir directamente a las fuentes para que Carlos pueda hacerse de su DNI italiano.

PERO hete aqui que unos 10 días antes de despegar, le avisan a Carlos que ya está listo su DNI en el consulado local (nótese que Carlos -como La Dueña- ya tiene una edad y no deja que se vea su fecha de nacimiento en el documento), así que rápidamente cambiamos de viaje de trámite por viaje de placer, y hacia allí nos fuimos con la gran novedad de que es el primer viaje de Carlos dentro del espacio europeo sin tener que echar mano de ningún pasaporte. Don dudó hasta el último instante antes de subir al avión que lo dejaran pasar a Carlos con el cartón ese que él podría falsificar tranquilamente en su casa, pero las abuelitas que embarcaban delante nuestro también portaban el dudoso cartón y subieron al avión sin ningún problema, y lo mismo ocurrió con nosotros.

Nuestro aterrizaje en la gran ciudad coincidió con su cumpleaños número 2765. Y uno no puede evitar preguntarse que cómo se sabe que Roma fue efectivamente fundada un 21 de abril hace más de 2750 años cuando todavía no existían ni los años antes de Cristo, ni el mes de abril ni el número 21. Pero mejor no comerse tanto el coco con estas reflexiones peligrosas que después viene Benedicto y te amonesta como a las monjas yankis esas. Que estábamos de fiesta de "Natale di Roma" y habían luces y fuegos de artificio alrededor del Coliseo y hacia allá fuimos que la "party" es lo nuestro.

Hemos de aclarar que no fue esta nuestra primera vez en la gran ciudad, que ya a principios del 2008 tuvo que caer Carlos por aquí para buscar unos papeles para poder casarse, así que los grandes monumentos como el Coliseo y el Foro ya los habíamos cubierto esa vez y no volvimos, ambos siguen sin acabar y seguramente continuarán de esa manera por un buen rato, que la crisis pega fuerte también en Italia...

Recuperados del resacón del Natale di Roma, al día siguiente nos volvimos a dirigir a la zona del Coliseo y nos encontramos con un desfile que también formaba parte de los festejos del aniversario de la ciudad eterna. Por la calle se veían mucho dios romano, mucha legión, mucho gladiador... mucho personaje de esos que se ven en las películas que pasan por la tele después de la medianoche. Encabezando la procesión venía Nerón con un arpa y por suerte sin antorcha ni mechero alguno. Después seguían elementos de lo más variopinto de la sociedad romana de hace mucho. Don criticó el hecho de que algunas mujeres llevaban en la cabeza flores de plástico cuando claramente los romanos no conocían el plástico. Carlos le preguntó si estaría contento si las flores fueran de cemento, pero la disputa quedó resuelta cuando apareció un "legionario" calmando su sed con una Coca Cola Zero.

Después cayó una especie de cortejo fúnebre, que entre varios portaban un cadáver momificado y uno de la comitiva explicaba al público (como que no habían periódicos en esa época, los avisos fúnebres se transmitían oralmente) que el que había muerto era un buen padre de familia, amigo suyo, y con dos hijos, y que lo había apuñalado nosequién. "Pobrecico" dijo un maño que teníamos al lado, mientras el pregonero continuaba contando que la mortaja estaba cosida a mano por las mujeres de la familia, e hizo tanto énfasis en el "a mano" que después nos quedamos pensando que aún en la etapa de mayor expansión de los romanos, la parte alemana donde está la Siemens nunca fue parte del impario, así que es difícil imaginarnos al ama de casa romana promedio usando máquinas de coser en sus patios. Y para rematar parece que al difunto había que ponerle una moneda en la mano que Caronte le iba a cobrar para usar el barco. Mira tú que eso del libremercado ya viene de bastante antes...

Acabado el desfile, nos dispusimos a comer en la zona. Que como nuestro viaje de trámites se convirtió en viaje de placer, antes de partir Carlos había consultado a los expertos en ciencias epicúreas del Barcelona Knowledge Campus y teníamos una lista de restaurantes en mano para ir a darle caña al estómago. ¡Y qué buena que es la comida romana! Como siempre, hay mucha pasta y "carni", pero también cosas rebozadas: alcachofas, flores de zucchini, muzzarella, sesos,... Todo eso regado con un buen chianti (no bebimos en esta oportunidad vino de la zona de los alrededores de Roma, esto quedará para otra vez) lo hacía más que exquisito.

Despues de la comida, nos dirigimos hacia la Fontana de Trevi (¿Gloria?? No, de otra Trevi hablamos aquí) que parece ser que es el lugar donde todo el mundo que viene a Roma tiene que ir, y tirar una moneda a la fuente para asegurarse de volver a Roma. Nosotros estamos seguros que la "Comune di Roma" lo hará volver a Carlos varias veces, pero igual tiramos la moneda, no sea cosa que nos caiga encima algún gualicho o equivalente romano. Finalizada la visita con monedas incluidas, decidimos dejarnos perder por las calles del centro de la ciudad, que como tiene mucha historia por todos lados hay algo para ver. También por todos lados hay gente, MUCHA gente, así que eso de perderse por ahí en realidad es solo un decir porque nunca estás solo, aunque hemos de confesar que volviendo tarde por la noche desde el Circo Massimo hasta nuestro Bed & Breakfast que estaba por la zona de San Juan de Letrán, el GPS de Don nos metió en una zona militar donde no había nadie y quizás se suponía que no debería haber nadie. Pero sobrevivimos a la aventura y hoy podemos contar el cuento.

Pues en nuestro paseo vespertino pasamos por el Panteón, la plaza de Navona, el campo di Fiore... cruzamos el Tíber y fuimos al Trastevere donde bebimos unos spritz viendo el sol caer sobre la ciudad. Terminamos cenando en el barrio Judío de la ciudad, donde es casi imposible no comer bien.

Al día siguiente fuimos a conocer la Termas di Caracalla, que de esas no queda mucho edificio en pie pero por lo poco que se ve y se sabe, era un complejo de aguas termales casi tan grande como el Coliseo, estos romanos no se andaban con proyectos cortos, suponemos que era antes de la crisis... De allí volvimos a almorzar al barrio judío, que queríamos repetir las flores rebozadas, y de paso le agregamos tripa alla romana, osobucco con una salsa que estaba muy buena, postres, vino, café... Ahhh, la dolce vita.

Acabado el sopor digestivo, nos dirigimos nuevamente hacia el centro, que estando en Roma algo de cultura se te tiene que pegar en la cabeza, que incluso los hoteles tienen cuadros y frescos y cosas de esas. Nosotros elegimos la Galleria Doria Pamphilj, que es una especie de mini-Versalles que está ahí en el centro de Roma mismo, y que por unas monedas te dejan entrar y pasearte por habitaciones varias de esas que ni en sueños se te ocurriría tener de lo caras y extravagantes que serían, pero mira tú que había gente que las tenía y lo bien que se la pasaba.

Acabada la panzada de arte, tocaba comenzar con lo místico, que en esta ciudad deben de haber mas iglesias que habitantes. Fuimos para la Basílica de San Clemente que debajo del templo hay otro templo románico del siglo IV, y debajo de este templo (!) unos refugios tipo catacumba de los primeros años de la cristiandad, pero que no eran realmente las catacumbas, que éstas están más lejos y hacia allí no fuimos.

Nuestro paseo culminó en la basílica de San Juan de Letrán, que es un templo impresionante y con unas estatuas ahí arriba que acojonan: entre Cristo, todos sus apóstoles y varios más que están como invitándote a unirte al team. Adentro también todo es impresionante, como de una escala sobrehumana que te deja bastante impresionado. Igual Don no se dejó amedrentar mucho por todo esto y sigue sin bautizarse. De cena esa noche tocaron unos ravioles de ricotta y canela y unos "animelle" (mollejas) al masala que estuvieron como para seguir chupándose los dedos ahora mismo con el recuerdo.

En nuestro último día en la ciudad eterna calzamos sandalias, llenamos nuestras alforjas y fuimos a conocer la Ciudad del Vaticano, que con este acto pasa a engrosar la lista de países donde han estado Carlos y Don. El viaje lo hicimos en metro, como corresponde a las modernidades de estos tiempos. La primer vista de la plaza y la fachada de la basílica impresiona mucho. Tal como ocurrió con San Juan de Letrán, la construcción es mucho más grande de lo que uno se imagina al verlo en la tele.

Había una gran marea humana cuando llegamos por la mañana, y una cola larguísima para entrar a la basílica de San Pedro. Así que desistimos y fuimos a ver los Museos, donde también había otra cola larguísima. Pero nosotros habíamos comprado entradas en línea así que pasamos como por un tubo, aunque después adentro tuvimos que hacer la cola para conseguir la audioguia.

El museo es también im-pre-sio-nan-te, realmente vale la pena verlo, y obviamente el highlight de la visita es poder ver la Capilla Sixtina en vivo y en directo. La única crítica que tenemos para con este museo es que -a diferencia de L'Ubre- aquí hay como un circuito que hay que seguir sí o sí para llegar hasta la Capilla Sixtina (y encima todo lo opcional era arte etrusco, griego y cosas así que Don se empeñó en ver así que tuvimos que hacer la visita larga). La cuestión es que 2 horas después de estar caminando como ovejas en un rebaño inmenso porque la catolicidad es grande y se ve que todos quieren ver lo mismo, cuando finalmente te toca entrar a la Capilla Sixtina apenas te queda paciencia como para elevar los ojos al cielo y agradecer al altísimo que tanta sobredosis de arte haya culminado al fin (lo cual es mentira porque después para salir hay que pasar por como 8 salas más), intentar encontrar entre todo lo que está dibujado por allí "el" dibujo de Michelangelo (ese donde el creador está haciendo la escena ET con su dedo y el de Adán), y luego descansar la vista un poco más como para ya partir porque hay otras ovejas que quieren entrar a ver la dichosa capilla, mientras el guardia de turno no se cansa de gritar "no photo, please". Y nosotros debemos de ser los únicos que no sacamos fotos de la dichosa sala.

Acabadas nuestras 3 horas en el museo, disfrutamos de nuestro último lunch romano (pasta y rissoto... yeah!), juntamos un poco más de fuerzas y volvimos a darle una segunda oportunidad a San Pedro, y finalmente conseguimos entrar en LA madre de todas las basílicas, y aunque no tuvimos tiempo ni de hacer la cúpula ni de ver los tesoros que hay por aquí (habrá que volver!), sí que pudimos admirar lo impresionante que és esta iglesia por dentro, y el altar es definitivamente el highlight del templo. El detalle macabro lo aporta el cuerpo (suponemos embalsamado) de Pio X que está a un costado donde va la gente y le saca fotos (???).

Pues ya entrados y salidos de San Pedro, y con la experiencia de esta iglesia y la de Letrán del día anterior podemos afirmar con contundencia que NO VENDEN AGUA BENDITA en los templos estos. Que lo sepais los que quereis imitar a los europeos, que eso de vender agua bendita en un templo es un rebusque cutre de por allí, y suponemos que Benedicto Equis-Uve-Palito lo desaprobaria totalmente si lo supiera, y es más hasta enviaría al Santo Oficio y todo...

Al final, nuestra visita al Vatican City nos llevó casí todo el día. De allí fuimos corriendo al B&B a buscar nuestro equipaje que teníamos que pillar bus para ir a Ciampino, y de allí nuevamente de regreso a Barcelona con la aerolínea no-favorita de Don. Y que cutre RyanAir que en el vuelo de regreso a Barcelona te vende por 3 euros el plano ese de la ciudad que te dan gratis en cualquier oficina turística de la ciudad. Pues aquí se acaba el racconto de nuestro viaje, disfrutad de las fotos que siguen y será hasta la prossima fermata.



















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