domingo, 6 de abril de 2014

De tapas por Madrid

¡Guapa!
Arrancamos esta entrada con una selfie porque es lo que está de moda en estos días. Aprovechando una visita obligada de Carlos a la capital del reino, decidimos tomarnos un fin de semana extendido en Madrid, coincidiendo con el casi-décimo aniversario de nuestro primer desembarco en esta ciudad, la primera vez de Don en España.
Y mucha agua del Manzanares ha corrido bajo los puentes locales desde entonces, pero siempre viene bien pasar por aquí cuando uno no se está muriendo de frío o de calor (que el verano y el invierno de esta ciudad te lo regalamos con un moño), y disfrutar lo que ella tiene para ofrecer.

Por Madrid ya hemos pasado varias veces desde esa primera vez, así que movernos por esta ciudad no es para nada difícil. El único inconveniente en estos días podría ser que te encontraras por la calle con la desquiciada del volante y te atropelle, pero por suerte no hemos tenido que reportar ninguna incidencia de este tipo.
Pero vayamos por el principio, que el viernes Don pilló el AVE unas 24 horas después que lo había hecho Carlos, y 3 horas más tarde ya se encontraba como atún en las aguas radiactivas del Pacífico caminando por las calles de Madrid. Carlos llegó al hostal un par de hora después, justo como para ponerse la ropa de noche y partir para el teatro, que este fin de semana venía con agenda cultural cargada a tope.

La primer obra que vimos fue Dionisio Ridruejo, una pasión española en el CDN, por la zona de Lavapies. La obra no estuvo para nada mal, y nos quedaron más ganas de saber más del Dionisio éste. De allí fuimos a tapear un poco que siempre que se pasa por esta ciudad hay que darle a los callos a la madrileña que a Don le dan una mezcla de asco y colesterol pero que a Carlos le encantan. Después de la cena fuimos a reencontrarnos con nuestro queridísimo barrio de Chueca, donde ocurrieron varias de nuestras primeras andanzas hace casi 10 años (Paula también estuvo por aquí con nosotros en esa oportunidad, que conste en actas), pero no pudimos encontrar el famoso restaurante (¿restaurante?) donde Don se comió su primer paella en España que resultó ser una del paellador. Al parecer ese lugar mucho éxito no tuvo que acabó convertido en marroquinería o tienda low cost equivalente. Igual acabamos la noche entre copas y bares y arrastrando borrachos a sus hoteles que para eso existe la solidaridad.

La mañana siguiente nos encontró con nuevo apetito intelectual, y así fue que nos dirijimos primero al Museo de Historia de Madrid, donde pudimos ver algunas maquetas y grabados de la antigua ciudad. De allí nos dirigimos al Museo del Romanticismo que realmente tiene una display visual muy interesante de cómo era la vida en Madrid durante esa época. Hicimos una pausa para comer pescado que siempre hay buen pescado en esta ciudad, y luego nos pasamos toda la tarde en el flamante y recientemente reabierto al público Museo Arqueológico Nacional, donde en tres pisos te pasean desde la prehistoria hasta la infancia de la Duquesa de Alba con un muy buen material didáctico.
El MAN es gratis hasta fin de mes, así que tuvimos que lidiar con multitudes de gente con hambre cultural allí adentro. Pero sobrevivimos para contar la historia.
Pasadas unas cuatro horas allí dentro, volvimos al hostal para ducha rápida que luego nos tocaba volver al teatro, esta vez a ver Atrapados en el Teatro Alfil, que estuvo entretenida y además -se agradece- era corta. Acabado el teatro, nos dirigimos hacia la zona de Opera donde tuvimos una super cena de gala de esas que nos habían regalado para nuestros cumpleaños hace tiempo ya, y la disfrutamos muchísimo con tanta comida rica que encima no tuvimos que pagar ni un centimo.
Acabamos la noche nuevamente en alguno de esos bares de hace como 10 años, y la música que sonaba era casi la misma... vieja.

El domingo nos encontró obviamente durmiendo la mona, pero en algún momento tuvimos que despertarnos para ducharnos y hacer checkout, que hacía un sol radiante y Madrid invitaba a caminarla. Así que nos fuimos a pasear por los lugares emblemáticos de la ciudad. Sobre la Gran Vía había una especie de clase pública de aerobic que estaba siendo aprovechada mayoritariamente por mujeres así que mucha atención no le prestamos.
Subimos hasta la Plaza España, nos sacamos fotos con el Quijote, luego nos dirigimos hacia el Palacio Real para pasear un rato por el jardín que está al lado, volver a mirar el edificio y concluir nuevamente -como 10 años atrás- que la casa de Elizabeth de Windsor es mucho más bonita.
Huyendo un poco del mar de turistas que había por esa zona, nos sentamos en una terracita en una de esas calles perdidas que hay por ahi, y nos dedicamos una vez más a disfrutar de los placeres gastronómicos que esta ciudad tiene para ofrecerte.

Acabada la comilona, nos arrastramos hacia la Plaza Mayor para tener un relaxing moment, pero estaba muy llena de gente y hacía mucho sol, así que continuamos rodando en dirección del Parque del Retiro. Allí uno de nosotros que no diremos quién, se puso a dormir la siesta hasta que vinieron los guardias del parque a echarnos del cesped, le dimos a un relaxing mate por la tardecita en uno de los bancos del parque.
Y después de una agradable caminata compartiendo la naturaleza con casi media Madrid que se había volcado allí, nos dirigimos al teatro nuevamente, que esta vez tocaba ver una obra intitulada El baile en el Centro Cultural de la Villa, que estuvo bastante bien, y que acabó justo a tiempo como para volver al hostel, recuperar nuestro equipaje, tomar el tren de cercanías para ir a Atocha y pillar el AVE que nos trajo de regreso a Barcelona en el friolero record de 2 horas 15 minutos non-stop.

Obviamente esto que hicimos fue realmente una "escapada" que, ¡alas! no hemos utilizado nunca transporte alguno para movernos adentro de la ciudad durante todo el fin de semana excepto el tren desde y hasta Atocha, todo el resto lo hicimos caminando. Y volveremos una y otra vez a esta ciudad, que tenerla tan cerca y tan "de paso" siempre hace que valga la pena quedarse un rato aquí cada tanto. De momento, disfrutad de las fotos que siguen, y será hasta el proshen arret, que ya está al caer la mona pascual. ¡Ole!





















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